
Sus comprobados vínculos internacionales con organizaciones criminales como Hezbolá y Hamás no le ha soltado la lengua a aprender el idioma de los negocios, un inglés más fácil que el árabe de esos terroristas. Sin pudor, el dictadorzuelo del Caribe expone su macarrónico inglés de chándal para implorar paz a Mr. Trump.
Una paz, violada en su país por Maduro y sus Soles desde hace demasiado tiempo. Han declarado la guerra a su propia población, secuestrando sus vidas y sus conciencias. Un Estado fallido alardeando de militarismo, que dice tener a millones de milicianos civiles, listos para sacrificarse por defender al Cártel de los Soles, que son sus mismos verdugos. Sus millones de milicianos es una ficción.
Maduro y su clan de mafiosos ha condenado a la miseria y al servilismo a millones de venezolanos, que rondan la pobreza crítica. Ese pueblo es el que necesita ser liberado. Viven en un estado de guerra permanente. El que se rebela contra el régimen dictatorial es eliminado civilmente. Lo consideran peligrosos, enemigos de la patria, encarcelados, torturados y dado por muerto sin mayores trámites.
Si sacamos las cuentas de las recientes elecciones de poco más de un año, Maduro y su banda sabe que 7 millones de venezolanos votaron contra él, y que los ciudadanos en el exilio no pudieron votar porque su régimen se encargó de que no pudieran hacerlo. Esos votos, que se quedaron fuera, hubieran subido la diferencia a cuatro millones más, seguramente. Maduro se limpió el trasero con esos votos y usurpó, aún más, el mando del Estado. Tiene un prontuario de agravios penales comprobados para ser enjuiciado y condenado a una perpetua.
Llegados aquí, a Maduro le quedan pocas opciones. Entregarse a un juicio en Estados Unidos es saberse condenado y, con suerte, no ir a un calabozo del presidente Nayib Bukele. Escapar a unos de sus paraísos bancarios –Rusia, Turquía u otros preferidos– parece difícil por el intento fallido de los hermanos Rodríguez (Delcy y Jorge), que el gobierno Trump rechazó de plano. Ellos dos se proponían continuar con el régimen narcoterrorista sin Maduro, quedando todo el negocio del blanco polvo en familia. Que hábiles son esos comunistas resentidos. Todo el poder al soviet, siempre que ellos se sigan haciendo millonarios. Las posibilidades de Maduro están caducadas.
Un efecto colateral, que los españoles de paz y honradez esperan de todo este culebrón caribeño, es que sea llamado al banquillo de los acusados el "príncipe" de Delcy, José Luis Rodríguez Zapatero, el Zar del Grupo de Puebla. Implicado hasta las cejas en los manejos turbios de negocios con el narcorrégimen castrochavista-madurista, Zapatero va a tener mucho que cantar si la DEA lo interroga y lleva a juicio.
Otra metralla que puede salpicar a la extremista izquierda española es la financiación que soportó el nacimiento de Podemos, con el plan de desembarco en España del socialismo del siglo XXI. Personajillos como el eufórico danzarín en los mítines de Chávez y Maduro, Monedero; el torero del ruedo feminista sin coleta, Iglesias y el lampiño niño sobador de chicas, Errejón, pueden que sean fotografiados de frente y perfil con su número de identificación criminal y huellas.
Shakespeare podría estar considerando incorporarse, desde la eternidad, al portaaviones Gerald Ford, para dar clases de inglés a Maduro antes de llegar a la Corte de Nueva York. De paso escribiría el guion de una nueva telenovela vertical (solo para móviles) sobre este caso, como la vida misma. Nos atrevemos a sugerir título: Blanco en el Caribe. Especulaciones aparte, la ola en Hispanoamérica hacia gobiernos conservadores, anticomunistas y centrados en el sentido común parece estar creciendo. Excepto Brasil y México, empeñados en reproducir la miseria del chavismo, el cambio de ciclo parece estar en marcha. Sólo faltan Venezuela y Colombia. Tal vez, también Chile dé una sorpresa.
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