El 26 de octubre de 1876 Caracas tenía brisa fresca y en el despacho presidencial, el Decreto estaba en el escritorio y en la agenda del presidente Antonio Guzmán Blanco para su firma:
Artículo 1. ° Para la mayor solemnidad en la ceremonia de traslación de las cenizas del Libertador, de la Catedral al Panteón Nacional, se crea una Junta Directiva compuesta por los ciudadanos doctores Arístides Rojas, Jesús María Sistiaga, Ángel M. Álamo y Manuel Vicente Díaz, y los generales José Antonio Arvelo, Nicanor Bolet Peraza y Ramón de la Plaza, a cuyo cargo queda disponer lo conveniente en un programa que dictará al efecto.
Artículo 2. ° Se fija para la indicada ceremonia el 28 de octubre próximo.
Artículo 3. ° El Gobernador del Distrito Federal queda encargado de la ejecución de este Decreto.
La noticia se disparó como pólvora encendida: “Van a mudar a Bolívar”. No es una mudanza cualquiera. No se trata de muebles ni de enseres. Se trata del cuerpo del Libertador. De su sombra, de su sueño inmortal y su ideario.
Desde la Catedral, donde reposó por décadas, Simón Bolívar será trasladado al recién consagrado Panteón Nacional. Un templo sin santos, pero con héroes. Un altar sin rezos donde la patria se arrodilla ante su padre fundador. El decreto ha sido firmado por el presidente Guzmán Blanco, quien no solo gobierna, sino que también reivindica la memoria nacional con pluma de decreto.
El 28 de octubre, Caracas amaneció solemne. Las campanas de la Catedral repican sin cesar por la gloria del libertador. Una procesión avanza lentamente. El féretro, cubierto con la bandera tricolor, se desliza entre columnas de soldados y escolares. Las ventanas se llenan de pañuelos blancos. Las madres alzan a sus hijos para que vean pasar al Libertador, como si su mirada pudiera bendecirlos
Desde ese día, Bolívar no sólo descansa en el Panteón Nacional. Habita en cada escuela y universidad, en cada esquina y plaza del pueblo. Fue mudado, pero no para dormir, sino para seguir hablándole a los venezolanos, del sagrado deber de defender la patria, su libertad, su democracia y su soberanía nacional.

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