Seguí con mucho interés político y social la propuesta que con soberano descaro hiciera el presidente Chávez en cuanto a que él personalmente "escribiría" una nueva Ley del Trabajo.
Pues, sin mayor sorpresa veo que lo ha hecho: el pasado lunes ha firmado una dudosa Ley Orgánica del Trabajo que nadie con reconocida experticia, dominio en la materia o representatividad institucional conoció previamente y a profundidad.
Así, esta falseta de régimen social y de justicia se ha tardado doce años en lograr que el presidente Chávez escriba a solas y apruebe esta ley. La tan invocada y televisada -con una camisa roja puesta y un Cristo en la mano- Constitución de 1999 contempla la participación protagónica para actuaciones de esta naturaleza. Sin embargo, la autoimposición de escribirla "él solo", impidió que la sociedad venezolana registre alguna invitación o un informe de un gran sindicato, de la CTV, de las escuelas de Economía, de Trabajo Social o Derecho de nuestras universidades o de los gremios empleadores sobre la materia. Tampoco y mucho menos un análisis comparativo de lo que ocurre en otras sociedades sobre la materia.
Como si fuéramos una sociedad ciega y en retroceso, solo hemos conocido de ruidos y una retórica efectista, como también de una transmisión en televisión viendo a Chávez firmando con tinta roja rojita una ley que no tardará en explotarle a la sociedad entera, haciendo daño, promoviendo estériles confrontaciones, cerrando más empresas, y llevando a la inflación, al desabastecimiento y el trabajo precario sin seguridad social a los hogares de los trabajadores. Soy un socialdemócrata a carta cabal. Creo en la reivindicación de la clase trabajadora. Hacia sus mejoras y beneficios oriento básicamente mi gestión como gobernador. Una moderna Ley del Trabajo sigue siendo fundamental, una urgencia. Pero una ley que encuadre horizontes para crear puestos de trabajo. No que los destruya. Una ley que vincule la educación formal e informal a la existencia de trabajos dignos y con seguridad social. No a generar dependencia y mendicidad. Una ley que ayude al proyecto nacional de derrotar la inflación. No a que los salarios y los justos incrementos se transformen en engaño y desilusión.
No tenemos la menor duda que el seudo revolucionario acto del pasado lunes 30 desde el palacio de Miraflores lleva en sí mismo mucho de su propia autodestrucción. La autocracia y el oscurantismo que caracterizó su contenido no pueden ofrecernos un panorama distinto. Como me lo señalara un reconocido y veterano dirigente sindical: "ya usted verá, Gobernador, que mis amigos de la dirigencia de la propia Central Bolivariana de Trabajadores en no más de dos o tres años tomarán las calles pidiendo legítimamente una profunda revisión de esta perjudicial iniciativa".
Pero la autocracia que nos gobierna no ve un país tricolor, alegre, unido, progresista, integrado. Al verlo y firmarlo erróneamente rojo y falsamente socialista esta dañina Ley del Trabajo es de la exclusiva responsabilidad del saliente presidente Hugo Chávez, hoy y mañana. EL UNIVERSAL
Gobernador del Zulia
@pabloperez
