Una idea política que no sea capaz de cautivar a la juventud estudiosa de un país, tiene el futuro muy comprometido, sobre todo en nuestro caso, donde los estudiantes han jugado un papel destacado en la lucha por alcanzar el progreso y la justicia.
El siglo pasado fue testigo de la entrega con la que lucharon los jóvenes estudiantes en 1928. También de su participación en la formación de las ideas e instituciones que abrieron paso a un país moderno. Y, por supuesto, su destacado papel en el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez.
Durante los años 60 un vigoroso movimiento estudiantil y juvenil impulsó, a través de diversas formas, la lucha por el Socialismo.
Tal fue su participación que aun cuando el movimiento revolucionario había sido derrotado, desde el movimiento estudiantil se mantuvo encendida la llama de la rebeldía.
¿Qué ocurre hoy? Ese mismo Movimiento Estudiantil que hasta ayer impulsaba las luchas por un cambio social profundo, cae en manos de un pensamiento abiertamente de derecha y con manifestaciones reaccionarias.
Si hiciéramos un paneo sobre el mundo, observaríamos que los estudiantes venezolanos son una excepción. Mientras en varios lugares los estudiantes son vanguardia de protestas y cuestionamientos al capitalismo, acá, unos lo apoyan y otros carecen de iniciativas políticas propias que les proporcionen influencia y liderazgo.
Si en algún lugar está planteado a plenitud librar una batalla por las ideas, es en el movimiento estudiantil y en el mundo universitario.
Esta batalla no es posible librarla con instrumentos como el clientelismo, mucho menos a través de la imposición violenta de posiciones.
Está claro que el discurso levantado por los actores de la revolución presenta tantas deficiencias que no es capaz de conquistar sectores que una vez estuvieron bajo su influencia.
Esto no sólo ocurre en las universidades autónomas, también en las experimentales y en otras de reciente creación como la Bolivariana. Los estudiantes de estas instituciones están siendo sometidos a una campaña de desprestigio, no sólo en su cualidad profesional, sino en la humana y, aun así, son incapaces de reaccionar ante ese hecho.
Los estudiantes de medicina integral realizan una manifestación para protestar y los voceros de la misma son tres ministros. A eso nos referimos cuando hablamos de una actitud burocrática y castrante.
La visión que se desarrolla desde el gobierno hacia los jóvenes es profundamente paternalista. Allí está parte del problema. Sus dirigentes estudiantiles se comportan como funcionarios públicos de quince y último. El discurso está formado de una serie de conceptos que no responden a la realidad que vivimos, por lo tanto, su mensaje carece de alma, de convicción, razón por la cual no pueden sernos extraños los últimos resultados electorales de las elecciones en la Universidad Central. Tal Cual digital