Resulta paradójico que el elemento de mayor confrontación en la principal zona petrolera del país sea el agua.
Las fuertes lluvias de diciembre convirtieron a extensas poblaciones de las parroquias del oeste de Maracaibo en zonas devastadas por las inundaciones, cierre de vías, sobrevuelo de helicópteros, camiones de ayuda a los damnificados, y gente saliendo entre el barro y los escombros con todo tipo de pipas y recipientes clamando por agua potable. Pero aquí el preciado líquido dejó de ser un servicio público para los más desposeídos y se convirtió en un artículo de lujo manejado por mafias inclementes que actúan amparadas por la ceguera corrompida de los hombres del Presidente.
La hidrológica zuliana posee 200 camiones cisternas que son llenados en una planta potabilizadora conocida como Planta "C" con agua que pertenece a la ciudadanía, pero nadie se explica de dónde sale la orden para vender al detal el llenado de Bs 10 por pipa o recipiente, las comunidades más organizadas denuncian el cobro de Bs 280 por contenido de cada camión, la situación ha generado encendidas protestas, mientras el presidente de Hidrolago, Freddy Rodríguez, alega que el caótico episodio es consecuencia de la "turbidez" del agua que viene de los embalses, lo que ha obligado la aplicación de mayor cantidad de "químicos" para potabilizar el vital líquido.
No conforme con el estado de sitio en que se encuentran las zonas más deprimidas de Maracaibo se anuncia sin cortapisa la disminución del servicio en las zonas afectadas como Antonio Borjas Romero, Idelfonso Vásquez, San Isidro y Venancio Pulgar, que reportan a su vez el mayor número de damnificados, cumpliendo la máxima de que "al enemigo, ni agua". ¿Por qué tanto ensañamiento de la revolución con las clases más pobres de esta entidad?
El aliviadero de la represa de los 3 ríos en El Diluvio que comprende los embalses Manuelote y Tulé, a punto de desbordarse, recogen una serie de sedimentos que corren aguas abajo y afecta muy seriamente a la población por la falta de controles sanitarios.
La denuncia más fuerte se la escuchamos esta semana al concejal Joaquín Chaparro, quién hizo un llamado a los organismos del Gobierno a estar alertas, por lo que consideró pudiera estar generando una contaminación de estas aguas que surten el consumo de Maracaibo y que ya han comenzado a generar algunos brotes como anemia, amibiasis, dengue clásico, hepatitis, conjuntivitis y escabiosis, según recogen cifras del centro epidemiológico del Zulia.
De hecho no hay autoridad que exija cuentas sobre la venta indiscriminada de botellones contentivos de agua, sin garantía de pureza ni sello de garantía, que expenden abiertamente sin ningún control en cualquier calle y avenida de la ciudad, dejando que la muerte camine en un vaso de agua.
El tema no puede politizarse. Indepabis tiene que hacerse presente y tomar cartas en conjunto con el departamento de asuntos sanitarios de la alcaldía de Maracaibo y el Dibise.
¿Y el Gobierno? ¿De quién es la responsabilidad de toda esta guerra de agua? ¿Dónde está la revolución? Vaya usted a saber. DÁMASO JIMÉNEZ | EL UNIVERSAL
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