Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

22.12.25

Fernando Mires: Por la patria, por la religión, por la familia

 


Una crítica conservadora al nacional-populismo de nuestros días.

A lo largo y ancho de esa construcción no geográfica sino más bien cultural y política que es el espacio occidental -al que Trump designa como “nuestro hemisferio”- asistimos al avance de nuevas derechas políticas a las que muchos llaman derechas extremas. El mundo, no cabe duda, está girando políticamente hacia la derecha. No vamos aquí a explicar ese fenómeno – lo hemos hecho ya en otros artículos -. Digamos simplemente, y por el momento: es una evidencia, es decir, algo que todos vemos.

Las tres derechas

Cabe constatar, y esta premisa puede ser importante, de que no hablamos de una sola derecha sino de un combinado de derechas. En términos más políticos, de una alianza entre las derechas de ayer con las derechas de hoy. Para precisar aún más: de una alianza entre tres derechas. A la primera, la vamos a llamar derecha tradicional. A esa derecha, religiosa, familiarista, patriarcal que todos conocemos.

La segunda derecha, a la que podemos llamar derecha empresarial (industrial, comercial y finaniera), surgió durante el periodo de la modernidad industrial en sentido opuesto a la derecha originariamente monárquica. Liberal en lo económico, a veces también en lo político, suele girar hacia posiciones progresistas, si eso es necesario para resguardar sus intereses, pero también hacia posiciones afines a regímenes autoritarios cuando se encuentra amenazada por las cambios propuestos por las izquierdas.

Como anotaba Antonio Gramsci, los propirtarios agrarios tienen por lo general un partido y las industriales (y urbanos) suelen carecer de partidos. Más bien tienden a orientarse hacia los que más posibilidades ofrecen para la reproducción de sus capitales, no vacilando tampoco, si no encuentra más alternativa, en apoyar a las más furiosas dictaduras militares, como sucedió en la mayoría de los países latinoamericanos y en el sur de Europa durante el siglo XX.

La tercera derecha, a la que llamaremos derecha populista, algunos también la llaman derecha revolucionaria, es un fenómeno relativamente nuevo. Al decir populista, entendemos que conjuga en sí dos principales elementos constitutivos a todo populismo: un líder mesiánico y/o épico y gandes movimientos de masas, condiciones que han hecho decir a no pocos analistas que esa derecha es un nuevo fascismo adaptado a las condiciones que priman en las democracias occidentales del siglo XXl. En esa discusión no entraremos aquí.

Ahora bien, en muy pocas ocasiones la derecha populista se encuentra en condiciones de llegar por sí sola al poder, de modo que debe concertar alianzas con otras derechas a fin de obtener la mayoría absoluta que requiere para gobernar. Eso supone que su agresividad se vea atenuada, en parte, por los partidos constitucionalistas de derecha. Por lo mismo, si esa derecha obtiene la primera mayoría, bregará por la unidad de derechas, pero al mismo tiempo intentará imponer su hegemonía sobre el resto de las derechas. Para las derechas vale también esa consigna que hicieron popular las izquierdas, pero puesta al revés: “la derecha unida, jamás será vencida“. En América Latina hay dos ejemplos nítidos: la Argentina de Milei y el Chile de Kast.

Milei se ha visto obligado a gobernar con la derecha-derecha y con la derecha centro de Bullrich y Macri. En lo económico, hay plena concordancia. Después de la inflación descontrolada desatada bajo el peronismo cristinista no hay ninguna otra posibilidad que aplicar una política de schock, afirman, y no sin cierta razón, todas las fracciones derechistas.

En lo político hay más diferencias. Milei ha sabido hacer concesiones en la distribución de los puestos públicos entre las dos derechas moderando un poco su tono populista pero sin dejar de ser populista. Milei debe saber que él no es un derechista de alcurnia sino un derechista plebeyo con tendencias anarquistas, muy semejante en las formas a los peronistas, en fin, una figura que seguramente no entusiasma al derechismo más tradicional.

Para defender los valores clásicos de derecha tradicional, Milei aparece como una persona poco apropiada. A nadie va a convencer si se las diera de representante del orden familiar o posara como devoto religioso. A sus defensores les basta con que se declare en contra del “estado profundo“, (léase estado económico). En lo sustancial, la alianza de derechas argentina menos que política es económica. Una alianza de clases, diría un marxista. Una alianza entre las elites (económicas) y las masas, diría un buen lector de Hannah Arendt. No es el caso de la derecha chilena.

En Chile, con José Antonio Kast, la derecha tradicional parece haber alcanzado el poder en desmedro de la derecha populista. Pero esa solo es una apariencia.

En su campaña electoral Kast supo presentarse como un hombre de dos mundos. Un pie en la derecha más tradicional (es religioso, familiarista y supercatólico). El otro en la derecha populista, sobre todo en lo que se refiere al tema económico. Con la misma fuerza que Milei es un enemigo declarado del estado social y un fanático del libre mercado. Como el hábil político que es, ha asumido una posición centrista entre las derechas. A un lado la derecha conservadora ex piñerista de Matthei, al otro lado, el intransigente neofascista Johannes Kaiser. En ese contexto Kast deberá mediar entre los valores constitucionalistas de la derecha tradicional y los valores fascistoides de la derecha nacional-populista.

Leer más AQUÍ 

https://www.costadelsolfm.org/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario