En el silencio de una noche estrellada, bajo el humilde techo de un pesebre, un 25 de diciembre el Niño Dios, envuelto en pañales y acunado en un Pesebre, llegó con un mensaje de amor y paz para toda la humanidad. Esta escena, llena de humildad y divinidad, es el corazón de la Navidad, un recordatorio de que la luz brilla incluso en la oscuridad más profunda.
Según el evangelio de Mateo (2:13-15), esa luz pronto enfrentó la sombra de la persecución. Un Ángel del Señor apareció en sueños a José, diciendo: “Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del Profeta, diciendo: “De Egipto llamé a mi hijo”. Así, desde sus primeros días, la Navidad quedó entrelazada con el drama humano del exilio, la protección y la fe inquebrantable.
Después (Mateo 2:19-21), cuando hubo muerto Herodes, he aquí un Ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y ve a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño”. Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.
Hoy, esa historia ancestral resuena con profunda emoción en el corazón de Venezuela. Soñamos con que así será de nuevo, cuando volvamos a celebrar una Navidad plena en nuestra patria. Una Navidad donde la reconciliación y la paz de los venezolanos sea nuestro mayor regalo.
A mis hijos, nietos y bisnietos más allá de nuestras fronteras, con quienes esta navidad tampoco la compartiremos juntos y a la gran familia venezolana, esparcida por el mundo o en casa, les deseo de todo corazón una Feliz Navidad.
Que el próximo año nos encuentre más unidos, compartiendo la luz de la fe y la certeza de que, después de cada prueba, llega un nuevo amanecer.
¡Feliz Navidad Venezuela!
Que la bendición del recién nacido esté con cada uno de nosotros.

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