
Desde hace semanas ya se advertía sobre la llegada del portaaviones estadounidense USS Gerald R. Ford (CVN 78) y todo su grupo de ataque al Caribe, para “reforzar” el despliegue aeronaval dirigido, según Washington, a combatir el tráfico de drogas.
La presencia del buque de guerra, considerado el más moderno y poderoso del mundo, en el área de responsabilidad del Comando Sur, desde este 11 de noviembre, según un comunicado oficial de la Marina norteamericana, genera preocupación y expectativas por sus capacidades militares y posibles implicaciones tanto para Venezuela como para la región.
De acuerdo con expertos en seguridad y el tema militar consultados por Efecto Cocuyo, si bien la Casa Blanca escala en las presiones, el efecto que por ahora quiere crear el gobierno de Donald Trump sobre la administración de Nicolás Maduro, a la que acusa de formar parte del Cartel de los Soles, es de disuasión para una eventual negociación.
Advierten además que aumentan las probabilidades de ataques en tierra contra objetivos específicos del narcotráfico. La razón es que la presencia del USS Gerald R. Ford no es necesaria si EEUU, señalan, solo piensa continuar con voladuras de embarcaciones en aguas del Caribe y el Pacífico.
“Esta movilización va más allá”, concuerdan.
Trump tiene más opciones
“El despliegue del portaaviones es un aumento de las capacidades convencionales que altamente superan cualquier necesidad para la lucha contra el narcotráfico, por lo menos en los términos que hemos visto hasta ahora, de destrucción de lanchas o narcosubmarinos. Lo que le ofrece a Trump son más opciones militares en caso de que quieran golpear blancos dentro del territorio, en particular si eso implica la necesidad de neutralizar capacidades convencionales de las fuerzas militares”, es la visión del analista internacional, experto en temas de seguridad y defensa, Andrei Serbin Pont.
De las capacidades del Gerald R. Ford, Serbin Pont destacó que es muy moderno, de 100.000 toneladas, una tripulación reducida por la alta tecnología con la que cuenta, una catapulta de lanzamiento electromagnético en vez de la tradicional que es de vapor, lo que implica, explicó, un aumento de 33% de la cantidad de vuelos realizados por día y por lo tanto puede realizar más misiones.
La embarcación, indicó, tiene a bordo además cuatro escuadrones F-18; un escuadrón de Growlers, que es la variante de guerra electrónica de los F-18, más los medios de lucha antisubmarina y de alerta temprana que suelen tener todos los portaaviones.
La administración de Maduro ha respondido con el anuncio de la activación de una «fase superior» del Plan Independencia 200 anunciado en septiembre. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, apuntó que incluye «medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos», así como sistemas de armas, unidades militares, la Milicia Bolivariana, órganos de seguridad ciudadana y Comandos para la Defensa Integral.
Las funciones de estos últimos quedaron plasmadas en una ley que el Parlamento venezolano sancionó el mismo día que se anunció la llegada del portaaviones al Caribe.
“Debe activarse la orden para que los comandos se instituyan, se estructuren y entren al trabajo, para estar preparados, si nos tocara como República, como pueblo, ir a la lucha armada para defender esta sagrada herencia de los libertadores. Debemos estar listos para ganar, para triunfar, por el camino del patriotismo y la valentía”, arengó Maduro la noche del pasado 11 de noviembre.
Busca disuadir
Para los analistas, Miraflores no descarta un ataque en tierra, por lo que se están preparando para una especie de “guerra de resistencia”. No ignoran las capacidades del portaaviones que constituye una amenaza aún más creíble.

“La más sencilla definición de un portaaviones es la de una base aérea móvil; es decir, que la puedes llevar, con esos 80 aviones de diferentes tipos, a cualquier parte del mundo. Se pueden configurar para una guerra contra otros barcos en el mar o para blancos en tierra que no es otra cosa que el bombardeo de blancos estratégicos ya definidos según la misión y regresar al buque”, apuntó el almirante de la Armada venezolana en situación de retiro, Edgar Morillo.
Acotó que el Gerald Ford no está solo, pues lo acompañan otras embarcaciones que lo protegen de eventuales ataques de submarinos, de otros buques o de aviones, además de los destructores ya desplegados en el área de responsabilidad del Comando Sur que también podrían atacar con misiles Tomahawk, más el submarino estadounidense con tecnología nuclear.
Reiteró que la capacidad de respuesta de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) es baja, pese a la existencia de los F-16 o Sukhoi o los misiles de fabricación rusa o china.
“El portaaviones no es traído para seguir atacando lanchas; por su capacidad de bombardeo a tierra, indica que ya se trata de otra cosa. Pero en principio hay que verlo como un efecto disuasivo para que Maduro acepte salir del poder, en vista de que la probabilidad de ataques en tierra aumenta. Habrá un plazo considerado para ver si el objetivo se cumple antes de tomar la decisión de utilizar el portaaviones con todo su poder”, sostiene el almirante (r).
Serbin Pont coincide en que la sola presencia del buque no garantiza que será utilizado, pero por lo menos es un indicio de que se está considerando la posibilidad, reitera, de emplear medios militares contra blancos dentro del territorio venezolano, por lo que se requiere de una mayor capacidad.
En medio del despliegue del gran buque de guerra, la oposición venezolana también se pronunció. Aunque sin hacer alusión a Gerald Ford, la líder política en la clandestinidad, María Corina Machado, aseguró que percibe «horas decisivas» para Venezuela y que garantiza una «transición pacífica”.
“(Les pido) que nos acompañen en este momento histórico, en sus horas decisivas, porque lo que está ocurriendo en Venezuela no es solo un hecho nacional. Es un punto de inflexión de toda América Latina”, expresó Machado en un foro de expresidentes iberoamericanos del Grupo IDEA en el Miami-Dade College (MDC), el 12 de noviembre.
El excandidato presidencial y diputado electo del Parlamento, Henrique Capriles, sí mencionó el tema directamente e instó a la Fanb a “evitar” una guerra que solo será para defender a un “gobierno de facto” en Venezuela, a costa de la vida de los ciudadanos. Les pidió negociar para lograr una solución pacífica al conflicto con EEUU.
¿Cuánto tiempo se puede quedar el portaaviones?
“Un portaaviones de estas características puede permanecer en un área prácticamente por tiempo indefinido, no tienen que repostar combustible porque tiene dos generadores nucleares que le permiten operar de forma consecutiva durante décadas prácticamente. Obviamente entran a puerto para hacer mantenimiento, pero pueden sostener las operaciones durante mucho tiempo, a un costo por supuesto”, respondió Serbin Pont.
Acotó que de 11 portaaviones norteamericanos, que por lo general se despliegan en zonas de alta conflictividad, cuatro están operativos, tres están en mantenimiento profundo y tres en mantenimiento preventivo.
Analistas como el presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri), Kenneth Ramírez, han enfatizado que no hay plazos definidos porque no existe certeza de los objetivos reales de EEUU e incluso no descartan que el despliegue militar, que llega a tres meses el 19 de noviembre, se extienda hasta 2026.
Morillo también afirma que el tiempo de permanencia no es un problema para el portaaviones más moderno y poderoso de EEUU y del mundo, por su capacidad de autonomía y todo el equipo que lo acompaña que incluye buques de reaprovisionamiento logístico (comida, repuestos, combustible para aviones y destructores, etc). que van y vienen.
“El tiempo y las condiciones realmente no son una limitante. Desde el punto de vista de la operación, cuando un grupo de estos va a un teatro de operaciones para cumplir un objetivo, eso es lo que tiene un tiempo definido para que esa tarea se cumpla y está corriendo, antes de que se tome una decisión y veremos cuál será la próxima etapa”, añadió el almirante (r).
Impacto en la región
El internacionalista Víctor Mijares declaró a Radio Caracol que el “poder de fuego” que se está desplegando en el Caribe no tiene precedentes, por cuanto no solo es la presencia del portaaviones, sino, por ejemplo, de al menos diez F-35 en Puerto Rico, país que está cooperando con la Casa Blanca.
A su juicio, ello también revela que el objetivo de EEUU va más allá de un operativo para combatir el narcotráfico.
“EEUU busca también alterar la geopolítica de la región porque desde hace 25 años se ha venido alejando de América Latina y está volviendo a su área de influencia natural e intenta crear un dispositivo de fuerza lo suficientemente grande como para disuadir cualquier tipo de presencia militar por parte de sus rivales euroasiáticos como son Rusia, China e Irán. Es una operación que cumple con varias funciones, una de ellas es el reposicionamiento geopolítico que va a alterar el panorama político de la región”, sostuvo el profesor de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de los Andes al medio colombiano.
El despliegue militar de EEUU en el Caribe, ampliado a ataques en el Pacifico, luego de que Trump llamara “narcotraficante” al presidente de Colombia, Gustavo Petro, a mediados de octubre, totaliza, hasta ahora, según medios internacionales, 20 botes destruidos con 76 tripulantes muertos.
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