No hace falta el portaviones más letal de Estados Unidos, sus aviones F/A-18 y su grupo de batalla de cruceros con misiles guiados, destructores antiaéreos y cazadores de submarinos para aniquilar unas cuantas lanchas rápidas en el Caribe.
Mientras el USS Gerald R. Ford zarpa de Europa para unirse a una fuerza naval y aérea estadounidense ya formidable en la región, aumentan las expectativas de que la administración Trump pueda intensificar lo que afirma es un ataque contra los narcotraficantes.
El primer objetivo de esta nueva diplomacia de cañoneras del siglo XXI es el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, un dictador que niega las elecciones.
El Ford dará una gran pista a Maduro para que se vaya, o para que los oficiales del ejército venezolano lo derroquen. O podría servir como plataforma no solo para ataques contra presuntos objetivos de los cárteles, sino también para cambiar el régimen.
“No se mueve un grupo de batalla desde donde estaba hasta el Caribe a menos que se planee intimidar al país… o comenzar a realizar operaciones de combate en Venezuela”, dijo el senador demócrata Mark Kelly de Arizona el domingo en el programa “This Week” de ABC.
Altos asesores de Trump han retratado a Venezuela como una ruta importante para el fentanilo y otras drogas que matan a estadounidenses, aun cuando la evidencia muestra poca producción de drogas en el país y rutas de tránsito mucho más importantes en otros lugares.
Afirman que Maduro lidera una red de cárteles. El gobierno ha autorizado el uso de la fuerza militar contra estos grupos y ha declarado a los pandilleros “combatientes ilegales”, buscando justificar legalmente asesinatos que vulneran el debido proceso.
Mientras tanto, el presidente Donald Trump está considerando planes para atacar instalaciones de cocaína y supuestas rutas de narcotráfico dentro de Venezuela, según informaron tres funcionarios estadounidenses a CNN la semana pasada, pero no ha descartado la diplomacia.
También está ejecutando de una serie de ataques contra lo que las autoridades afirman son barcos de los cárteles. “Los vamos a matar, ya saben, van a estar muertos”, declaró el presidente el jueves.
Puede que esté en Asia, pero hay un creciente rumor de guerra más cerca de casa.
El senador Lindsey Graham sugirió el domingo que los ataques terrestres en Venezuela eran una posibilidad real.
El republicano de Carolina del Sur declaró en el programa “Face the Nation” de CBS que Trump le comunicó que el Congreso será informado sobre posibles operaciones militares futuras contra Venezuela y Colombia a su regreso.
“Creo que el presidente Trump ha decidido que Maduro, el líder de Venezuela, es un narcotraficante acusado, y que es hora de que se vaya”, afirmó.
Posibles ataques estadounidenses en tierra en Venezuela plantearían cuestiones políticas, jurídicas y geopolíticas para una administración que aún no ha aportado pruebas al público sobre cargamentos de drogas en al menos 10 lanchas rápidas que se jacta de haber destruido: ocho en el Caribe y dos en el Pacífico.
► La Constitución establece que quien declara formalmente la guerra es el Congreso, no el presidente. Por lo tanto, una decisión unilateral de Trump de iniciar un nuevo conflicto en Latinoamérica erosionaría aún más los controles legales sobre la acción militar que los presidentes han ido diluyendo durante décadas, especialmente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Graham insistió en que Trump no necesita la aprobación del Congreso. “Las reglas del juego han cambiado en lo que respecta a las organizaciones narcotraficantes. Los vamos a eliminar”, afirmó.
Pero la falta de una nueva autorización sugeriría que Trump podría simplemente iniciar guerras donde quiera y en cualquier momento.
El Congreso, liderado por el Partido Republicano, se degradaría aún más al permitir que un presidente se atribuya el poder de matar a cualquiera en alta mar.
“Cuando matas a alguien, debes saberlo… si no estás en una guerra declarada, realmente necesitas saber el nombre de alguien; al menos tienes que acusarlo de algo. Tienes que presentar pruebas”, declaró el senador de Kentucky Rand Paul en el programa “Meet the Press” de la NBC este mes.

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