El 19 de agosto se anunció un despliegue aeronaval de Estados Unidos en el mar Caribe para combatir a los carteles de la droga que operan en América Latina y trafican hacia suelo norteamericano,  con la llegada de buques conocidos como “destructores” con más de 4.000 soldados. 

Un mes después, las tensiones entre la Casa Blanca y Miraflores, lejos de relajarse, van escalando hacia un desenlace que pocos se atreven a pronosticar. “Ya veremos”, responde el presidente norteamericano, Donald Trump, al ser consultado sobre una eventual incursión militar en suelo venezolano, mientras el líder chavista, Nicolás Maduro, advierte que ejercerán su derecho a la defensa con militares y civiles armados frente a cualquier agresión extranjera. 

Para el internacionalista y embajador, Gerson Revanales, lo que ha privado por parte del gobierno estadounidense durante todo este tiempo es una especie de “guerra psicológica” contra la administración de Maduro más que acciones militares, que, todavía descarta, puedan derivar en una invasión a Venezuela. Del lado de Miraflores, apunta, se ha apelado a una campaña comunicacional para hacer creer que la agresión es inminente y que están preparados para enfrentarla. 

“El gobierno de Maduro eligió resistir. El quiebre no se ve en el horizonte, por lo que si el cálculo de EEUU era que ese quiebre sería rápido por el solo despliegue militar en el Caribe, eso no ha funcionado. Sí ha habido una escalada militar con el hundimiento de embarcaciones, el aterrizaje de F-35 a Puerto Rico, pero se sigue descartando, por muchas razones, la invasión militar a suelo venezolano”, subrayó. 

Para el directivo del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (CVRI), Iván Rojas, el quid no está en quién ganaría una confrontación militar, sino en cómo van a reaccionar discursivamente las partes ante el  movimiento del otro. 

“Es muy difícil predecir lo que va a pasar en las próximas semanas porque realmente no hay claridad en cuáles son los objetivos de EEUU. Los de Venezuela son claros: el gobierno va a tratar de defenderse, mostrarse sólido y vigilar los movimientos de los buques estadounidenses. Hay mucho ruido en el ambiente sobre qué puede estar pasando y es preferible ignorarlo”, apuntó. 

A continuación un resumen de los hitos más importantes de cinco semanas de cruces de declaraciones y acciones ordenadas por Washington y Caracas. 

Se activan las alarmas 

El 19 de agosto informaciones de agencias internacionales alertaron sobre la presencia de los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson de la Armada estadounidense en aguas internacionales del Caribe. Se incluyeron, según Reuters, aviones de vigilancia P-8 Poseidon,  un submarino con tecnología  nuclear y ocho buques de guerra en total.

Entonces, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, no confirmó el despliegue militar. pero advirtió que EEUU estaba preparado para “usar todo su poder” contra los responsables del narcotráfico que afectan a su país. 

Durante una rueda de prensa, la funcionaria recalcó que no reconocen a la administración de Maduro como un gobierno legítimo y recordó que sobre el líder chavista pesa una recompensa por 50 millones de dólares por ser uno de los supuestos líderes  del llamado Cartel de los Soles. 

Un funcionario del Departamento de Defensa de EEUU, según la agencia AP, señaló que el despliegue podría durar “varios meses” sin mayores precisiones para no revelar la planificación. 

Miraflores, a través de la Cancillería, respondió con alertas sobre amenazas a la paz y estabilidad de la región y con la primera medida: la prohibición, durante un mes (prorrogable), de operaciones con drones y otras aeronaves no tripuladas en todo el país.

Un día después, la Asamblea Nacional (AN) dominada por el chavismo negó la existencia del Cartel de los Soles y quiso desmentir la presencia de los buques en el Caribe y un eventual bloqueo de las costas venezolanas. Diputados aseguraron que dos de los buques mencionados no estaban operativos y uno se encontraba en el Golfo de México, con autorización de ese país. 

Del dicho al hecho 

Dos semanas de iniciado el despliegue aeronaval (2 de septiembre) la armada estadounidense, por orden del mismo Trump, según él mismo revelo, destruyó una lancha rápida comúnmente usada para actividades del narcotráfico en aguas internacionales. El presidente de EEUU aseguró que la embarcación salió de Venezuela, transportaba drogas y que en ella iban 11 personas que tildó de “terroristas”.

Trump, en una conferencia de prensa, señaló directamente a Maduro de ser responsable del narcotráfico procedente de Venezuela.

“Interceptarlas ya no sirve de nada”, quiso justificar el secretario de EEUU, Marco Rubio, frente a las críticas internacionales por no haberse detenido la lancha, incautado la droga y detenido a los ocupantes, de acuerdo con  el derecho internacional.

«Ya veremos», respondió Trump al ser consultado sobre posible incursión militar en Venezuela

El ministro de Información de Maduro, Freddy Ñañez, fue el primero en reaccionar en el chavismo, al asegurar que el video de la destrucción de la embarcación mostrado por Trump fue fabricado con inteligencia artificial. También se negó que la lancha hubiera salido de Venezuela, pero desde el estado Sucre surgieron testimonios de familiares y amigos de los ocupantes de la lancha, lamentando las muertes. 

Otros admitieron que el pueblo San Juan de Unare está tomado por el narcotráfico y que la embarcación se dirigía a Trinidad y Tobago. Analistas interpretaron el episodio como una demostración de hasta dónde estaba dispuesto EEUU a llegar para impedir el flujo de drogas hacia ese país, con un posible mensaje oculto a Maduro para que acepte negociar su salida del poder por la vía pacífica.  

“Hay que recordar que la política de EEUU hacia Latinoamérica en este momento se está centrando en dos cosas: la política migratoria y antidrogas. En este último caso, pareciera que se está tratando de volver, aunque con otras tácticas, a la guerra contra las drogas, volver a ser más duro a lo externo. El problema es que muchas de las acciones no son eficientes, se dan de forma brusca, con poco tacto y, pese a generar narrativas, no solucionan el problema”, advirtió Rojas. 

A su juicio, no parece haber congruencia entre lo que se dice desde Washington y lo que está sucediendo, puesto que si el objetivo fuera el control del movimiento de drogas en aguas internacionales, sería una operación mucho más activa con recursos diferentes. 

Miraflores también muestra los dientes 

Dos días después de la voladura de la lancha, la administración de Maduro también envió un mensaje a EEUU. Dos aviones F-16 volaron cerca de uno de los buques de la Armada norteamericana, el USS Jason Dunham, lo que fue interpretado por el Departamento de Defensa como una “interferencia” contra el combate al narcotráfico que podría traer consecuencias. 

«Se le recomienda fuertemente al cartel que gobierna Venezuela que no persiga ningún esfuerzo por obstruir, disuadir o interferir en operaciones antinarcóticos y antiterrorismo llevadas a cabo por las fuerzas armadas estadounidenses», se expresó en un comunicado del Departamento de Defensa cuyo nombre cambió a Departamento de Guerra. 

Miraflores no emitió comentarios, pero Trump reforzó la advertencia por el sobrevuelo de los F-16: «Si nos ponen en una situación peligrosa, serán derribados». Pero la reacción de la Casa Blanca no quedó allí: ordenó el aterrizaje de 10 aviones de combate F-35 en Puerto Rico.

A la isla, Estado libre asociado de EEUU, también llegó el ahora denominado secretario de Guerra, Pete Hegseth. El jefe del Pentágono además abordó el buque  USS Iwo Jima, también desplegado en el Caribe,       para decirle a los soldados que no se trataba de un entrenamiento sino de un ejercicio real de combate contra quienes asesinan a miles de estadounidenses con el tráfico de drogas. 

El 11 de septiembre, Miraflores mostró evidencias de que se tomaba más en serio las “amenazas” de Washington, por lo que declaró permanente el alistamiento de ciudadanos en la Milicia Bolivariana y anunció el Plan Independencia 200 con “284 frentes de batalla” en todo el país. En dichos puntos deberán trabajar de forma combinada la Fuerza Armada, incluida la Milicia, cuerpos policiales y los llamados “cuerpos combatientes”, integrados por civiles. 

El entrenamiento ante una hipotética incursión extranjera también fue declarado permanente, por lo que los alistados en la Milicia deben presentarse cada sábado en los cuarteles. A juicio de expertos, el chavismo prepara una especie de “guerra de guerrillas” para enfrentarse a un ejército que sabe superior, por lo que la estrategia sería “resistir” como ha ocurrido en guerras como la de Vietnam, Irak y Afganistán. A la par, Maduro ha llamado a Trump al diálogo para evitar que el conflicto escale.

“Maduro sigue en campaña comunicacional y los planes de defensa son poco creíbles. Revelar que se cuenta con 284 frentes de batalla, así como el número de efectivos operativos y de Milicianos que dicen tener y que están repotenciando tanques obsoletos, no es un comportamiento estratégico. Lo que procura es levantar la moral de sus cuadros internos”, sostuvo Revanales, consultado por Efecto Cocuyo. 

Rojas coincide en que Miraflores está tratando de mostrarse fuerte, capaz, a lo externo y también a lo interno, puesto que las acciones de EEUU, afirmó, representan un reto a la estabilidad de la administración de Maduro y esta ha tratado de responder con actividad. 

Este 17 de septiembre, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, anunció ejercicios militares que incluyen maniobras aéreas, marítimas y terrestres, más la movilización de más de 2.500 efectivos durante tres días en la isla de La Orchila.

Detalló que habrá 12 buques de la Armada «en sus diferentes clases y tipos» y 22 aeronaves en la denominada maniobra de campaña Caribe Soberano 200.

Maduro acusa a EE.UU. de promover un "relato sucio" contra las autoridades venezolanas
Maduro declaró «deshechas» relaciones con EEUU. Foto: EFE

Lo volvieron a hacer 

Estas cinco semanas lo que hemos hecho es unir y empoderar al pueblo de Venezuela, frente a las amenazas de EEUU”, dijo Maduro en rueda de prensa con medios internacionales este 15 de septiembre, cuando hizo una especie de balance de las tensiones bilaterales. 

Declaró “deshechas” las relaciones con la Casa Blanca “por sus amenazas” e indicó que se mantiene “un hilo mínimo” para permitir la llegada de vuelos con migrantes venezolanos deportados. Volvió a negar que Venezuela sea productor y territorio de tránsito de estupefacientes hacia EEUU. Denunció que Washington intenta fabricar un “falso expediente” para justificar una invasión al país y provocar un cambio de gobierno, para a su vez apoderarse del petróleo.

Casi de inmediato, Trump anunció la destrucción de una segunda lancha en el Caribe, de la que igualmente aseguró que salió de Venezuela y transportaba drogas, específicamente cocaína y fentanilo. En la explosión habrían muerto tres personas.

«Esta mañana, bajo mis órdenes, las Fuerzas Militares de los Estados Unidos llevaron a cabo un segundo ataque cinético contra cárteles de narcotraficantes y narcoterroristas extraordinariamente violentos, identificados con certeza, en la zona de responsabilidad del Comando Sur. El ataque se produjo mientras estos narcoterroristas confirmados de Venezuela se encontraban en aguas internacionales transportando narcóticos ilegales», escribió Trump en su cuenta de social Truth. 

Esta vez, desde Naciones Unidas a través de relatores, se hizo un mayor hincapié en que el derecho internacional no permite que los gobiernos directamente asesinen a supuestos narcotraficantes y que las presuntas actividades criminales deben ser investigadas y procesadas con arreglo a la ley. Recordaron que los ataques no provocados a embarcaciones están prohibidos y que en la intercepción se debe priorizar un enfoque policial y no militar. 

Pero este 16 de septiembre, el magnate republicano reportó un tercer hundimiento y exigió a Venezuela que deje de enviar a EEUU miembros del Tren de Aragua y drogas. Igualmente se informó sobre la llegada de otros cinco aviones F-35 a Puerto Rico.

El ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello, señaló este 17 de septiembre, que la DEA de EEUU sembró 3. 680 kilos de droga en una lancha en el estado Falcón, el fin de semana, para culpar al gobierno venezolano, pero que la embarcación fue detectada antes de salir al Caribe e incautada la mercancía.

Revanales no descarta que las acciones militares en el Caribe puedan escalar aún más y con ello la guerra psicológica con el objetivo persistente del quiebre interno. Explicó que como estrategia se busca alterar las emociones y comportamiento del adversario, en este caso la administración de Maduro, para generarle incertidumbre y zozobra, “minar la moral” de los mandos de la Fanb, generar descontento en la población y dudas en los aliados internos y externos. 

Tensiones multilaterales 

Las acciones de EEUU también han generado tensiones entre Miraflores y otros países como Trinidad y Tobago y Ecuador que apoyan el despliegue militar para combatir el narcotráfico.  La primera ministra trinitense Kamla Susheila Persad-Bissessar fue más allá y señaló que prestaría su territorio para una operación militar en caso de que Venezuela agreda a Guyana, lo cual ha sido rechazado por Maduro que exigió  “relaciones de respeto”.

A la par, Miraflores acusa al presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, de “narcotraficante” al supuestamente estar vinculado con el tráfico de drogas que sale por el Pacífico y que EEUU no lo ataca por ser su aliado. Noboa declaró al denominado Cartel de los Soles, vinculado presuntamente a la administración de Maduro, como “grupo terrorista”. También lo han hecho otros países como Argentina y Paraguay, además del Senado colombiano.

Efecto Cocuyo - Periodismo que ilumina