Desde el siglo XVII, Venezuela ha sido blanco de ataques piratas y fuerzas regulares extranjeras. En 1642, el corsario William Jackson sembró el terror en Maracaibo durante dos meses y ocho días. Aún hoy, dicen que los lamentos de aquel horror se cuelan por los ventanales de las calles de Santa Lucía.
En junio de 1666, Juan David Nau, alias “El Olonés”, irrumpió por Playa Macuto, y se instaló con sus hombres en la bahía causando horror en los pobladores. Tres años después, en 1669, el temible Pirata Henry Morgan, con 15 naves y 600 hombres, saqueó Maracaibo tras navegar por el lago
Los ataques franceses también marcaron época. En 1677 el pirata francés Michel de Grandmont saquea a Puerto Cabello, Maracaibo, Gibraltar y Trujillo, mientras corsarios holandeses y contrabandistas menores hostigaban las costas.
En el siglo XVIII, los británicos intensificaron sus ofensivas. En 1739, el almirante Vernon envió tres barcos contra La Guaira, pero fueron repelidos por el gobernador Gabriel José de Zuloaga. En 1743, Charles Knowles lideró otra flota inglesa que, tras días de combate fue derrotada.
Iniciándose el siglo XX Venezuela enfrenta agresiones de potencias europeas. En 1902, bajo el gobierno de Cipriano Castro y en medio de una crisis económica, el país suspendió el pago de su deuda externa. Alemania, Reino Unido e Italia respondieron con un bloqueo naval.
El 9 de diciembre, 15 buques llegaron a La Guaira; Italia se sumó el 11. Los puertos de La Guaira, Puerto Cabello, Guanta y Maracaibo fueron bloqueados, y el Fuerte San Carlos, en Zulia, fue bombardeado por buques alemanes.
El 8 de mayo de 1967, un grupo de guerrilleros venezolanos, acompañados por militares cubanos, desembarcó en las costas de Machurucuto. Este episodio representó el último intento de intervención al territorio venezolano por parte de un gobierno extranjero, en tanto que la operación contó con el respaldo de Fidel Castro.
Como veo los marullos revueltos, mientras me pido un cacao bien caliente, hecho mi cantaíta:
¡Pare! Primo la Canoa
Que me parece que llora
La Chinita allá en la orilla
Que no es una pesadilla
Despierto tú puedes ver.
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