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jueves, 17 de diciembre de 2020

Venezuela, dos tragedias que se pudieron evitar. José Gregorio Martínez

Mientras la naturaleza hacía estragos en el estado Vargas el 15 de diciembre de 1999, Hugo Chávez aprobaba en referendo la Constitución que permitió la instauración del socialismo y la perpetuidad del chavismo en el poder
Cuando el deslave de Vargas arrasaba todo a su paso, Chávez desafiaba a la naturaleza para aprobar su Constitución. (Twitter)

Como un mal presagio, el 15 de diciembre de 1999 Venezuela vivió el mayor desastre natural de los últimos años. Aquel diluvio de proporciones apocalípticas para los habitantes del estado Vargas marcó un antes y un después para el país. Las poblaciones costeras de la pequeña entidad federal separada de Caracas solo por el imponente cerro El Ávila quedaron desoladas. La cantidad de muertos aún es inexacta. Según estimaciones de la Cruz Roja Internacional, la cifra pudo haber llegado a 50000. Una tragedia que se pudo haber evitado, de no haber sido por la ambición desmedida de poder de un megalómano narcisista sin escrúpulos que desafió a la naturaleza para imponer ese mismo día la Constitución a su medida que hoy rige los destinos de un país rico sumido en la mayor miseria. Otra tragedia que pudo haberse evitado.

Evocando la pisoteada imagen de Simón Bolivar, el soberbio Hugo Chávez respondió la noche anterior con una de las célebres frases del Libertador a los periodistas que preguntaban sobre la imperiosa necesidad de suspender el referendo que se celebraría el 15 de diciembre para someter a votación la nueva constitución nacional. “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. La naturaleza no obedeció.

Un devastador deslave arrasó todo a su paso. Los cuerpos de decenas de miles de venezolanos quedaron bajo las aguas, bajo es espeso lodo, bajo los escombros. En una Venezuela paralela, a unos 30 kilómetros, Hugo Chávez y sus acólitos celebraban esa noche la victoria en las urnas. Las urnas electorales. De la tragedia y las urnas en las que miles de familias sepultarían a sus seres queridos no se habían dado por enterados.

El cheque en blanco que originó la tragedia socialista

Once meses atrás, cuando el militar golpista asumía la presidencia tras el único triunfo electoral que nadie le discute, Chávez juraba ante la “moribunda” Constitución de 1961. Con esa frase sentenciaba su capricho innegociable de cambiar la carta magna del país, incluso por encima de la vida del pueblo que tanto invocaba.

Su primer año de gobierno transcurrió en medio de campañas electorales. La primera tenía como propósito convocar a una constituyente, la segunda elegir a los legisladores que redactarían la nueva constitución, y la tercera aprobar definitivamente el proyecto. “CubaNO”, era la consigna de quienes se oponían al cambio de constitución. Pero esta opción consiguió apenas 28,22 % de los votos. La llamada Constitución Bolivariana quedó aprobada con 71,78 % de los sufragios. Una mayoría que le firmó un cheque en blanco al carismático líder izquierdista, asegurando con vehemencia: “Venezuela no es una isla, Venezuela no es Cuba”.

Con la nueva constitución en el bolsillo, Chávez empezó a mostrar su verdadero rostro. El proyecto que con timidez calificaba en sus inicios como “humanista” pronto pasó a llamarse “socialista” sin ningún disimulo. Los viajes a La Habana se hicieron frecuentes hasta que en marzo de 2000 lanzó aquella desdichada frase que resultó ser tan premonitoria como infame: “Venezuela debe navegar el mismo mar de la felicidad de Cuba”.

Los sueños que se ahogan en el «mar de la felicidad»

Dos décadas después, ese mar que engulló los sueños de miles de cubanos que huían del comunismo, ahora devora sin piedad a los desesperados migrantes de la próspera nación petrolera que veían aquella trágica escena como algo ajeno e inconcebible en un país continental.

Son más de 100 venezolanos los que han muerto en el mar Caribe huyendo del socialismo. De la nación que se jactaba de tener las mayores reservas de crudo del mundo escapan a pequeñas islas del Caribe que dentro de sus limitaciones ofrecen una mejor calidad de vida. Pero el riesgo es muy alto. En el más reciente naufragio de migrantes a Trinidad y Tobago se ahogaron los sueños de más de 20 venezolanos, entre ellos varios niños.

En total, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estima en 5,4 millones el éxodo del país con “una de las mejores constituciones del mundo”, según afirmaba Chávez. El promotor de la nueva norma suprema –que vendía como la panacea– destacaba las garantías en materia de derechos humanos como el mayor avance que ofrecía su Constitución Bolivariana. Derechos que los venezolanos han tenido que salir a buscar por aire, mar y tierra en otras latitudes.

El único objetivo: la reelección perpetua

Habían pasado apenas siete años cuando el padre de “la bicha” –como llamaba Chávez a la Constitución con su léxico vulgar– decidió que debía reformarla para poder extender indefinidamente su mandato. Aunque el proyecto de modificación era bastante amplió, pronto quedó en evidencia su único interés.

Por primera vez la oposición logró frenarle uno de sus caprichos. La opción del “No” se impuso en el referendo para la reforma constitucional de 2007. Sin embargo, dos años después volvió a presentar la propuesta, esta vez disfrazada de enmienda pero con el objetivo al descubierto. Desplegando todo el poder del Estado logró imponer su propuesta de reelección indefinida.

La vida fue lo único que no logró comprar. Tras el fallecimiento de Chávez en marzo de 2013, Nicolás Maduro tomó las riendas de la llamada “revolución bolivariana”. La torpeza, falta de carisma y fin de la bonanza petrolera sacaron el lado más totalitario y represivo de un régimen que ya no lograba sostener la apariencia de normalidad democrática.

Se juntan las tragedias

Huir hacia adelante se convirtió en la práctica recurrente de la ahora dictadura sin careta. Frente al contrapeso de la Asamblea Nacional que había quedado bajo total control opositor, a Maduro se le ocurrió convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Con su propuesta desahuciaba la Constitución con la que su líder supremo gestó la mayor tragedia de la historia de Venezuela.

A diferencia de la Constituyente de 1999, la actual ANC no redactó ninguna constitución, que al fin y al cabo es su naturaleza. El chavismo solo se valió de este artilugio para instalar un parlamento paralelo y neutralizar a la legítima Asamblea en manos de la oposición.

Este escenario planteó una gran paradoja. Ahora el chavismo prometía hacer trisas el proyecto político de su máximo líder condensado en 350 artículos, mientras la oposición defendía la Constitución de corte socialista a la que se opuso en sus inicios y que permitió expropiaciones, politización de la Fuerzas Armadas, destrucción del aparato productivos, el saqueo de la industria petrolera y las reservas de la nación y la perpetuidad en el poder. Es la tragedia perpetua.

Este 15 de diciembre, chavismo y oposición coinciden en la defensa de una Constitución que les permite convivir y que por ahora no van a cambiar. De aquella estrecha franja costera azotada por la naturaleza que desafió la soberbia de un tirano pocos se acuerdan.

El estado Vargas solo volvió a ser noticia cuando en un acto inútil e innecesario el régimen le cambió el nombre. El estado La Guaira sigue padeciendo las mismas penurias que el otrora Vargas. Al peligro latente por la inestabilidad del terreno se suma la aguda escasez de alimentos, medicamentos y gasolina, una indetenible inflación y el deterioro de los servicios básicos. El Estado ha pasado años en deuda con miles de damnificados a quienes hoy se les juntó la tragedia natural de hace 21 años con la tragedia del socialismo que sigue vigente.

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1 comentario:

  1. El estado Vargas solo volvió a ser noticia cuando en un acto inútil e innecesario el régimen le cambió el nombre. El estado La Guaira sigue padeciendo las mismas penurias que el otrora Vargas.

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