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lunes, 6 de enero de 2020

El petro, el grillete del siglo XXI. Por Luis Manuel Aguana

El petro, otro malabar del chavismo. (Foto: Flick)

El petro, inicialmente condenado a fracasar de forma casi memorable, ha sobrevivido con relativo éxito gracias a la impunidad del régimen

Abro el 2020 con la confesión de una errata: me equivoqué al titular, hace casi 2 años, una nota relacionada con el lanzamiento del petro «El petro: criptomoneda soberana muerta al nacer». En mi descargo, al explicar por qué algo que realmente no estaba muerto sino de parranda, como solemos decir en Venezuela, aún sigue vivo, coleando y más fuerte que nunca, puedo alegar que cada uno de los argumentos descritos en esa nota para llegar a esa conclusión como mecanismo financiero de intercambio internacional eran rigurosamente ciertos. Pero como dicen los policías cuando igualmente te arrastran a una jaula: ¡tienes razón pero vas preso!

Efectivamente, con los supuestos que el régimen se dio (y nos dio a los venezolanos) al anunciar el nacimiento del petro, ese experimento no habría llegado lejos. El régimen se planteó inicialmente ese mecanismo para evadir las sanciones impuestas por la comunidad internacional, tratando de imponer un mecanismo internacional de pagos petroleros que en ese momento era inviable aceptar para cualquier factor económico internacional. Pero como cualquier virus, el planteamiento del petro mutó. Cambió de escenario y objetivos. Se dieron cuenta de que era imposible tratar de comerse a la ballena de un solo mordisco y se lo replantearon.

Y allí radicó mi equivocación, pensar que eso se quedaría allí. Centré mi análisis en una fotografía, en otras palabras y, como dicen los economistas, ceteris paribus. Mi error fue en no centrar mi análisis en la película que se estaba comenzando a rodar. Dos años después, tenemos el cáncer dentro del país en plena capacidad operativa. Para eso, mis queridos amigos, el régimen requirió de tiempo para armarlo bien y desarrollarlo y, también como cualquier cáncer, creció. La oposición oficial le ha dado todo el tiempo del mundo para hacerlo y planea todavía darle aun más este nuevo año con el tiempo electoral. Bien dicen los médicos, "el cáncer es curable si se diagnostica a tiempo". Y por supuesto, solo es curable si se trata a tiempo.

El experimento del petro, ahora nacional, es más ambicioso de lo que la gente cree. El régimen ha colocado en ese proyecto tres cosas fundamentales: a) la destrucción del sistema de pagos nacional y del bolívar como moneda; b) la neutralización de la hiperinflación que está socavando las bases de su sustentabilidad; y c) la transformación del país en un gigantesco laboratorio para ensayar algo que no se ha hecho nunca en el mundo: que una criptomoneda soberana sea la principal moneda de intercambio. Esto último crearía una distorsión económica de imprevisibles consecuencias, que comenzaría por hacer oficial a Venezuela como una lavadora gigantesca de dinero sucio, completamente fuera de los sistemas de control tradicionales de la banca internacional.

Al ser inviable el planteamiento original de hacer que la criptomoneda fuera aceptada internacionalmente, el régimen le dio un giro importante a su uso interno: "Tras una gira de preventa que, de acuerdo con información publicada por medios locales e internacionales, no tuvo el éxito esperado, el Estado venezolano comenzó a anunciar una serie de medidas con las cuales buscó legitimar y promover el uso del Petro dentro del país: en primera instancia, oficializa la moneda digital como medio de pago oficial y equipara los salarios mínimos con su valor asociado, y luego la exige como divisa por concepto de servicios dispensados por organismos públicos, tendencia a la que se han ido sumando algunos locales y negocios popularmente conocidos".

Desde el punto de vista estrictamente técnico, el petro, a diferencia del resto de las criptomonedas, no se genera por minería. El régimen tiene completo control de su generación. Nadie "mina petros" como lo hacen los mineros del resto de las criptomonedas. Por supuesto, el régimen –y nadie más– tiene control de quién los gasta y cómo los gasta. Desde su arranque a principios de 2018, cuando utilizaban plataformas con algoritmos basados en cadenas de blockchain existentes (Ethereum, NEM), el régimen mutó a la generación de arquitecturas tecnológicas propias: "se arrancó su uso con la Plataforma Patria del Estado Venezolano en noviembre de 2018, pero no fue sino recientemente (julio 2019) que se han conocido los APIs y mecanismos de intercambio que permiten establecer un ecosistema de servicios transados en petros". Estas APIs (o programas de interfase de aplicaciones) son la clave de todo un ecosistema de intercambio y transformación de ida y vuelta de los petros en otras criptomonedas y posteriormente a dólares americanos.

Leer mas: https://es.panampost.com/luis-manuel-aguana/2020/01/05/el-petro-el-grillete-del-siglo-xxi/


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1 comentario:

  1. Desde el punto de vista estrictamente técnico, el petro, a diferencia del resto de las criptomonedas, no se genera por minería. El régimen tiene completo control de su generación. Nadie "mina petros" como lo hacen los mineros del resto de las criptomonedas. Por supuesto, el régimen –y nadie más– tiene control de quién los gasta y cómo los gasta. Desde su arranque a principios de 2018, cuando utilizaban plataformas con algoritmos basados en cadenas de blockchain existentes (Ethereum, NEM), el régimen mutó a la generación de arquitecturas tecnológicas propias: "se arrancó su uso con la Plataforma Patria del Estado Venezolano en noviembre de 2018, pero no fue sino recientemente (julio 2019) que se han conocido los APIs y mecanismos de intercambio que permiten establecer un ecosistema de servicios transados en petros".

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