I
En tiempos de luna y canto,
vivía un señor de encanto,
Zapara, guardián y dueño
de selva, río y caimán.
Mas no del rayo encendido
que cruzaba el cielo herido,
ni del trueno al rugir
que hacía la selva latir.
II
Dicen que un día furioso,
por amor tan prodigioso
de Maruma, su adorada,
pisó fuerte la morada.
Así nació la hondonada,
donde hoy el lago reposa,
lágrima sagrada y alada
de historia poderosa.
III
Alfínger, hombre extranjero,
curioso y aventurero,
preguntó a los pobladores
por el nombre de esos lares.
Maracaibo, le dijeron,
y sus ojos lo entendieron.
Con firme y noble decisión,
fundó ciudad y canción.
IV
Ambrosio Alfinger llegó,
y con empeño fundó
el pueblo que floreció.
Ricardo Aguirre y Molero,
con su gaita y su esmero,
cantaron con pasión
tu historia y tradición.
V
Bajo el sol que nunca duerme,
camino calles de antaño,
donde el alma cada día
se engrandece como el alba,
con recuerdos que guían
nuestro paso en la historia.
VI
Lago inmenso, fiel testigo
de la gesta de
Manrique y Padilla.
Bolívar dejó contigo
independencia y coraje,
libertad como equipaje,
puerto, gaita y pescadores,
Maracaibo, pá vos, yo tengo
siempre canto y oleaje.
Los enlosaos murmuran
las historias del Saladillo,
y en cada esquina perduran
risas, juegos y brillo.
La Chinita nos ampara
con su luz y su encanto,
guía firme que no para
de alumbrar nuestro canto.
VIII
Desde la VOC resuena
la gaita que nos despierta,
verso y tambora plena,
fe que es nuestro emblema.
Cantores de mi tierra,
voz que vibra en la arena,
palmas, marullo ardiente,
malecón de colores.
Yepes y Lossada presentes,
nobles trovadores,
Baralt escribe en el viento
nuestros sueños y valores.
IX
San Juan de Dios me recibe
con credo en los labios,
y la Chinita percibe
mi promesa sin agravios.
Maracaibo, tierra mía,
patria sin desvaríos.
X
Maracaibo noble y leal,
tu Chinita es nuestra guía,
del sendero a transitar,
Udón canta con Calcaño,
Astolfo le da su voz,
y en tiempos más tempranos
Delgado y su ayuntamiento
alzaron la libertad pá vos.
XI
Lago, puerto y libertad,
con Urdaneta en la orilla,
la ciudad en su verdad
se alzó firme y sin rodilla.
Fundación de alma grande,
Maracaibo, vos soy
llama que brilla constante.
XII
En este canto soberano,
pongo toda mi hidalguía,
y como buen venezolano,
te lo digo con orgullo.
Maracaibo, yo a vos
te quiero más cada día.
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