El 29 de junio de 1919 en horas de la tarde, José Gregorio Hernández fue atropellado por Fernando Bustamante un joven mecánico de 28 años de edad. El mortal accidente se produjo en la esquina de Amadores, en la Parroquia La Pastora de Caracas. El accidente ocurrió cuando cruzaba la calle y fue golpeado por un automóvil mientras un tranvía pasaba por el lugar.
Todavía hay quienes afirman que ese día cuando lo atropelló el carro, fue porque el Siervo de Dios, salió con mucha prisa hacia la Farmacia Los Amadores por unos remedios para curar a un niño que se había caído desde el balcón de su casa.
Al chofer que en ese instante le tocó la mala fortuna de atropellar al Galeno se le llevó a juicio, pero los familiares de José Gregorio se presentaron ante el tribunal de la causa y allí expusieron:
“La familia Hernández, no ha pedido ni pide que se castigue a Fernando Bustamante, porque estamos convencidos de que el infausto suceso en que pereció el doctor José Gregorio Hernández, fue debido a un accidente imprevisto sin intención delictuosa alguna ni culpa suya”.
Después de la declaración dada por los familiares, esta fue la sentencia:
“Este Tribunal, administrando justicia por autoridad de la ley, absuelve a Fernando Bustamante, del cargo contra él formulado por el representante del Ministerio Público, de acuerdo a lo dispuesto por el Código Penal. Dios en sus altos designios dispuso sin duda, que el Doctor Hernández, falleciera del trágico e inesperado modo en que sucedió su muerte; y nosotros, nos conformamos con su soberana voluntad”.
El Chofer quedó absuelto de toda responsabilidad penal; y quizás, ese fue el primer Milagro de José Gregorio Hernández, aunque tal vez, el mayor milagro no fue curar enfermedades, sino enseñarnos que la verdadera medicina está en el amor al prójimo.
Hoy, a más de un siglo de su partida, el ejemplo de perdón que inspiró aquel juicio sigue vivo. Como venezolanos, también estamos llamados a mirar más allá de nuestras heridas, a entender que la reconstrucción de nuestra patria comienza con actos de libertad, justicia y reconciliación. Ese sería, otro Milagro del Perdón.
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