Mires comenta que las colas en Venezuela le recuerdan los últimos años de Salvador Allende en Chile, su tierra natal, donde tuvo que hacer fila para comprar combustible. "Lo peor era cargar los bidones llenos hasta la casa, en pleno invierno. Por esas cosas no quiero nada con el socialismo". Sin embargo, descarta las comparaciones entre Chile y Venezuela. En realidad, considera que no se pueden igualar las realidades en América Latina.
El politólogo residenciado en Alemania tenía dos años sin venir a Venezuela y ciertamente la ve cambiada. Pese a que ha sido la más corta de todas las visitas realizadas a un país por el que tiene especial interés político, siente que ha sido la más productiva por el intenso intercambio de visiones dentro de la política venezolana, sobre todo de la oposición. "Esta vez no fue posible con el chavismo, a diferencia del encuentro anterior en el que Juan Carlos Monedero (partido Podemos de España y asesor del gobierno de Hugo Chávez) se molestó cuando le pregunté cómo pensaban instaurar el socialismo en Venezuela con 40% de la población en contra (en ese momento esa era la proporción de la oposición venezolana).
La tensión económica y política llevará a Venezuela a una confrontación de una u otra manera, analiza Mires. "No se va hacia nada bueno, no solo por la crisis sino por la distintas posiciones que existen con respecto a cómo superarla. No hay claves de entendimiento entre los distintos actores. El gobierno hizo lo que tenía que hacer desde el punto de vista vocacional: construyó un bunker de poder inexpugnable para evitar que la oposición acceda a gobernar".
Cualquiera podría ser la salida a esta situación en el país, donde la historia no siempre es lógica considera Mires. "No será buena hasta que no haya algún tipo de entendimiento; no estoy convencido de que se produzca de forma reflexiva. No lo deduzco únicamente por Venezuela sino la experiencia de muchos otros países. Al diálogo sólo se llega después del conflicto, que podría prolongarse si los actores principales se comportan de modo pasivo. Pero esto entraría en contradicción con su condición: al ser actores políticos, necesariamente tienen que actuar".
Si los actores se agotan en el conflicto, se produciría una anomia ya no social sino política, entendida como desarticulación o desintegración, evalúa Mire. La política obliga a que los actores se organicen políticamente.
Salida o no salida
Mires no está convencido de que la salida de Nicolás Maduro de la presidencia sea la única solución a la crisis en Venezuela, como no es necesariamente la de Dilma Roussef en Brasil. "Pueden ser salidas constitucionales, pero no son buenas sin no cuentan con la participación democrática, popular e institucional. Lo mejor que puede ocurrir es que fueran en términos electorales, lo que le daría oportunidad de un regreso. Veamos el caso de Fujimori en Perú".
El politólogo prefiere no hablar de un proceso único en América Latina sobre la salida de los gobiernos de izquierda. "No estoy convencido de la caída del populismo en la región como sostienen algunos analistas. Puede tratarse de retrocesos parciales, donde la gente toma distancia de la ineficiencia de determinados gobiernos, como sucedió en Argentina". Para el pensador, no se puede trasladar automáticamente el caso argentino o boliviano al venezolano.
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