Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

domingo, 30 de agosto de 2015

¿Hacia dónde va el régimen? SIMÓN GARCÍA

El gobierno quiere que pensemos que puede suspender las elecciones. Nuestra vista principal está en diciembre. Nos toca sumergirnos en el descontento, llamar a la unidad y abrir un diálogo crítico y respetuoso con el pueblo chavista para frenar las locuras de su cúpula

La respuesta es cortante si se pregunta a la gente que pasa por la humillación de las colas, a los desesperados ante un salario que se encoge diariamente, a los que temen salir y no regresar, a quienes perdieron la fantasía de que la crisis les iba a pasar por un lado. El rechazo hacia el gobierno surge a flor de labio, el descontento se hace indignación y ésta rebota en estallidos de rabia y pequeños alborotos.

El gobierno no hace lo suyo deliberadamente. Se niega a cambiar su modelo. Juega a  manejar la crisis como un bombardeo, más intenso hacia una parte, contra la población para quebrar resistencias y convertir en rutina el calvario de perseguir alimentos, medicinas, repuestos o un momento de sosiego. Quiere cachilapos no ciudadanos.

Maduro se ha propuesto hacernos la vida tan ruda que provoque dejar de luchar por ella o resignarse a vivir dominados por la preocupación de la sobrevivencia. Sigue regando desesperanza y exigiendo un estado general de sumisión para hacer fila en la entrada del  falso paraíso que construyen.

Su objetivo inmediato consiste en impedir que la oposición política se conecte con la oposición social, que la conciencia de cambio de la primera fecunde en el descontento de la segunda. De esa conexión depende el tamaño de la derrota electoral que inevitablemente recibirá la cúpula gubernamental.

Ya sabemos, por la historia de otros pueblos y por amarga experiencia, que las crisis no desencadenan automáticamente procesos de rebeldía. La reproducción cultural de la pobreza es una muestra de la conformidad que ocasionan las limitaciones y exclusiones económicas. Los barrios son nuestros campos de refugiados.

El ánimo de la gente no está para recibir volantes en una cola o para sobreponerse a la pulsión egoísta de agarrar para sí a costa de lo que sea. Pero, hasta quienes no creen en el CSE, están dispuestos a no dejar pasar la oportunidad de darle una patada electoral al modelo y a las políticas económicas cuyos efectos ya no pueden soportar ni quieren avalar. No exijamos a la gente lo que no quiere hacer.

El régimen chocará con sus fracasos. Todas sus salidas suponen altos costos, pérdida de popularidad, agravamiento de las calamidades para la población, inestabilidad institucional o descenso a infiernos más autocráticos. No se atreven, no saben o no quieren dar el salvador paso atrás que inventó Lenin. Se resisten a abandonar el modelo que ya descartó China y que Cuba está desechando a ritmo de bolero, pegándose a  los EEUU.

La salida más compatible con la aceptación plena de una vía democrática es tomar un camino similar al que tuvo que seguir Daniel Ortega ante la Chamorro: aceptar la derrota, proteger su fuerza y competir para ganar elecciones sin el poder del Estado. Mientras tanto, no cejará “ni un milímetro de tiempo”, en intentar rebanar la ventaja de la oposición según encuestas de tirios y schemelianos.

El gobierno quiere que pensemos que puede suspender las elecciones. Nuestra vista principal está en diciembre. Nos toca sumergirnos en el descontento, llamar a la unidad y abrir un diálogo crítico y respetuoso con el pueblo chavista para frenar las locuras de su cúpula.

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