Firme aquí - Peter Albers

Nunca he creído que el colombo-venezolano tenga la cabeza tan hueca como para que en él se cumpla la Ley de Chaderton , que es algo así como la famosa Ley de Murphy pero en tono de humor negro, según su autor. Algo le deben haber visto Fidel y Raúl para escogerlo como sucesor del héroe del Museo Militar. Al menos, deben haber estado seguros de que sabría cumplir sus órdenes con suficiente eficiencia y sin hacer un desaguisado, lo cual queda demostrado con su permanencia en el poder, sin haber dado, hasta ahora, pie a que alguna bota (con el otro pie) lo chute fuera de Miraflores.

O sea, que no creo que él mismo esté convencido de que recogiendo firmas se para una invasión. Si eso fuera así, los romanos hubieran recolectado miles de firmas para frenar el avance de Atila, rey de los hunos, o los polacos hubiesen hecho lo mismo para ablandar el corazón de Hitler, haciéndolo detener sus tropas en la frontera común.

Casi siempre es cierto que la pluma es más fuerte que la espada , y miles de metros de recorrido de puntas de bolígrafo sobre unas planillas previamente preparadas podrían ser capaces de convencer al que porta la espada de la inutilidad de su agresión, si no fuera porque otros intereses privan sobre la razón cuando el espadachín es ambicioso y cruel, y este no es el caso de Mr. Obama.

Descartado, por todo lo escrito, que la recolecta de firmas es eficaz para evitar una agresión por parte de una potencia extranjera, debemos suponer que esta operación tiene otro objetivo. Tal vez sea, como viene acostumbrando hacer el régimen cubazolano, otra maniobra de distracción para desviar nuestra atención de los males que nos aquejan por culpa de su ineficiencia y sus corruptos hábitos; o tal vez sea para, disimuladamente, corroborar lo que ya va quedando claro: que el socialismo del siglo 21 se cae de maduro, no por culpa de Maduro, sino por su propia inconsistencia y malignidad.

Es que ya se cambiaron los papeles. Otrora las escuálidas eran las manifestaciones y marchas de los opositores al régimen; ahora son escuálidas las manifestaciones y marchas convocadas por el propio régimen, al punto que lucen pobres en asistencia de participantes, aún pagadas y obligadas, hasta en las imágenes mostradas por los medios oficialistas.

Estos no son signos para alegrarnos quienes nos oponemos al régimen dilapidador y corrupto. La decadencia del régimen y el rechazo a sus malos manejos por la inmensa mayoría de los venezolanos no son garantía de que podamos salir de esta pesadilla mediante un proceso que pasa por la conquista de la mayoría en la Asamblea Nacional y, en fin, la vuelta a la cordura y la legalidad. Debemos estar preparados para una posible patada a la mesa que tire las cartas al piso y acabe el juego que hasta ahora conserva algunos visos de democracia, al menos en la cantidad de elecciones que se celebran para mantener las apariencias.

Es hora de elegir conscientemente a los candidatos que se postulen con verdadera vocación de servicio y alejada de ellos la intención del lucro personal, tan común en estos tiempos; pero también es hora de actuar ponderadamente y conteniendo pasiones y ambiciones, para evitar dar pretextos al régimen que lo muevan a suspender los próximos comicios.

En los cuales, por los vientos que soplan, resultarán rotundamente derrotados.

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