Un primer aspecto a destacar es que entrelas 10 ciudades principales de cada país contasas de homicidios menores a 1/100.000habitantes, 6 son asiáticas, 3 latinas del surde Europa y 1 neozelandesa; en cambio, entre las 10 con tasas más altas 9 selocalizan entre América Latina y el Caribe, encabezadas lamentablemente porCaracas (122), y 1 en África.
Este primer dato ya señala una pista a explorar: la concentración de las bajastasas de homicidios en las ciudades asiáticas y de las altas en América Latina y elCaribe sugiere que pudieran estar incidiendo factores histórico-culturales. Pese asus frecuentemente altos índices de pobreza, la tasa de homicidios de la mayoríaabrumadora de las grandes ciudades asiáticas se mantiene por debajo de 5,mientras que en nuestra región sólo 2 entran en esa categoría: Santiago de Chile(3,9) y Buenos Aires (4,9).
Contrariando la tesis de los mequetrefes habituales que creen eludirresponsabilidades argumentando que sería el capitalismo el gran responsable de estos delitos, los 3 grandes centros financieros occidentales presentan tasas bajas; la más alta la tiene Nueva York con 5,1 (24 veces menor que la caraqueña) seguido por París (1,8) y Londres (1,3).
Pero el índice más bajo en absoluto lo tiene Tokio (0,2), la más grande metrópoli mundial y emporio capitalista. Y hay otros del modelo Cantinflas que, a la vez queafirman que Caracas «está muy lejos de ser una ciudad altamente peligrosa», seniegan a dar cifras para evitar que «algunos sectores hagan un festín». Pero aquíla tasa no ha hecho sino crecer desde que el Socialismo del siglo XXI se asentó en el poder, ahora aderezada por la ocurrencia creciente de crímenes atroces.
Claro que el de la inseguridad es un problema muy complejo, pero nunca tendrá solución mientras el empeño de las «autoridades competentes» oscile entre la obsesión por culpar a otros y el necio ocultamiento de la realidad: ¿15 añosconsecutivos de fracasos no les bastan?
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