Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 16 de septiembre de 2014

¿Negociando el autoritarismo en Cuba? RAFAEL ROJAS

Los jefes de la isla quieren el aval extranjero a un régimen sin oposición
El Gobierno de Raúl Castro ha logrado que la comunidad internacional, incluyendo la actual Administración norteamericana, entienda que el camino de las reformas en la isla es frágil. América Latina, la Unión Europea y, en menor medida, Estados Unidos, están propiciando una negociación con La Habana ante el miedo a una marcha atrás, que con frecuencia se insinúa, o a diversos escenarios alarmantes que el propio Gobierno contempla, y convencidos de que esos pasos hacia el mercado, tímidos y mal diseñados, son preferibles al inmovilismo o la regresión que caracterizaron los últimos años de Fidel Castro.

¿Qué negocian? Desde los años ochenta y noventa, cuando expresidentes como Felipe González, Carlos Andrés Pérez o Carlos Salinas de Gortari sondeaban algún entendimiento con la isla, se entendía que la finalidad era una normalización de relaciones con Estados Unidos y una transición a la democracia. Eran los años de la democratización de Europa del Este y América Latina, de España y Portugal, y pocos en Occidente ponían en duda que el desenlace del conflicto cubano sería el mismo.

Veinte años después, en un mundo donde se afianzan los autoritarismos subalternos y el capitalismo de Estado se extiende a buena parte del planeta, los términos de la negociación han cambiado. La comunidad internacional parece pensar que, antes que a la democracia, es preciso que Cuba transite al autoritarismo y al mercado, preservando intacto su régimen político. América Latina y Europa lo han aceptado, tácitamente, en el proceso de integración de la isla a la CELAC y en el diálogo en curso entre La Habana y Bruselas.

No se trata de que Europa o América Latina hayan renunciado a la idea de una democracia en Cuba. Las cancillerías occidentales han decidido negociar a partir de una lectura precisa de la realidad insular. Piensan que una transición al autoritarismo permitiría, además de acelerar el crecimiento del sector no estatal de la economía, flexibilizar aún más las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, tal y como ha sucedido con la Iglesia católica en los últimos años. Esa flexibilización, concluyen, intensificará el pluralismo civil y, eventualmente, favorecerá la democratización del país.

Occidente negocia el autoritarismo en Cuba, como estación de un tránsito gradual y, sobre todo, “ordenado” a la democracia. El problema es que no es eso, precisamente, lo que está negociando el Gobierno de Raúl Castro. Lo que La Habana busca, de acuerdo con sus máximos líderes, es apoyo financiero para dejar consolidado un nuevo orden social y político, acorde al nuevo capitalismo de Estado; y que sobreviva a la renovación generacional en la cúpula, que deberá decidirse entre 2017 y 2018, si es que tiene lugar en el próximo proceso electoral, como anunció Raúl Castro, o cuando quiera que se produzca la sucesión presidencial.

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