Ya falta poco para que los sectores opositores designen a través del voto, al candidato que tendrá la tarea de convocar al país a retomar el camino, donde la libertad, la democracia y la justicia social, sean valores respetados, sin la intromisión de ningún gobierno extranjero y sin los sustos y sobresaltos de sectas o grupos políticos con ínfulas de cacicazgo, que pretendan trasgredir los principios y normas establecidos en nuestra constitución.
Los que medirán sus fuerzas y esfuerzos este 12 de febrero, han firmado el compromiso para la conformación de un gobierno de unidad nacional, pero esto no basta. Hay sectores más allá de la MUD y de los propios precandidatos, que todavía ven con recelo este nuevo escenario político donde se mezclan propuestas de progreso y bienestar con gritos plañideros por un pasado que jamás volverá. Insistir en Asambleas Constituyentes, cero reelección presidencial o enjuiciamientos internacionales, es dejar colar un cierto tufillo a revanchismo propio de los días de aquel mes de abril del 2002.
Cómo hacer para que el día de las primarias el país se sienta convocado a participar masivamente y escoja de antemano el próximo presidente de la república. He allí el reto por demás democrático y participativo que tiene este evento; por eso, quienes apuestan solamente al fragor de sus "aceitadas" maquinarias partidistas, están olvidando que la batalla decisiva será el 7 de Octubre. En el llamamiento al gobierno de unidad nacional que hicieron los precandidatos, resaltaron la necesidad de que el país todo reúna sus energías, y que todos sus sectores, sientan que son convocados a hacer su aporte a la prosperidad de la sociedad. Por allí deben ir los tiros y en ellos hay que insistir hasta la saciedad.
El camino del progreso no será exitoso si en ese transitar se deja por fuera a los vastos sectores populares, incluso a aquellos que todavía ven con frustración pero con algunas expectativas al candidato del oficialismo. Después del 12 de febrero la tarea apenas comienza y de allí que el candidato triunfador debe salir a convencer a cada uno de los venezolanos que esta intención de cambio, tiene como norte principal la Constitución de 1999.
La unidad nacional debe ser el carburante fundamental de esta propuesta y ella debe ir acompañada de un candidato que cumpla con una de las premisas fundamentales, que a propósito del compromiso unitario mas allá de las primarias, firmaran los precandidatos, y que entre otras cosas señalan, que la política debe servir para construir una sociedad que incluya a todos y que el Gobierno de Unidad Nacional, será un gobierno permanentemente ocupado de los ciudadanos y para el beneficio de todas las comunidades de este país diverso y amplio. Sólo así será posible romper ese cerco histórico del 40% que ha venido acompañando a la oposición en los últimos sufragios presidenciales.
