Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Una involución populista / SIMÓN GARCÍA


El gobierno no puede ni quiere superar su característico populismo. Si lo abandona pierde. Ese déficit de horizontes de transformación ha conducido a que el lugar ideal de la revolución haya sido ocupado por un pragmatismo real cuyo principal fin es la perpetuación de un líder en el poder.

Las políticas económicas aplicadas durante el período han servido de espantapájaros para la inversión extranjera; han invertido la relación del intercambio comercial convirtiéndonos en generadores de empleo de otras economías. Estimula la transferencia del ahorro a los países capitalistas desarrollados y aumenta toda clase de dependencia de las exportaciones, incluso en rubros en los que tradicionalmente superábamos la demanda interna.

Las políticas sociales, gran imán clientelar del gobierno, no combaten la pobreza sino que la reciclan. Promueven una cultura que desvaloriza el trabajo como esfuerzo para obtener ingresos propios y que persigue el control de los sectores más pobres como masa suplementaria de apoyo político y electoral.

En el terreno de las instituciones, los derechos y los valores, las medidas gubernamentales son más catastróficas porque están dirigidas a imponer un modo de vida y un prototipo humano despojado de libertad. En esa materia el populismo autoritario cierra el espacio de la política para sujetar todo a una visión ideológica y militar. El populismo presidencialista huele a cuartel sin epopeya.

Ahora mismo estamos presenciando una batería de cañones disparando billetes para contentar transitoriamente a la gente de menos recursos. Esa política, como la permanente compra de apoyo de otros países a través del regalo, no es sustentable. Para sostenerla hasta diciembre del próximo año se endeuda al país y se extiende el campo minado que se dejará al casi inevitable recambio de gobierno, de sistema y de valores que el país necesita.

La regadera de real hará que haya más dinero en los bolsillos y que con ellos se adquieran menos bienes. Es una sintomática consecuencia de la desesperación de la cúpula gubernamental que sabe que su salvación depende del rescate de los millones de electores que se cansaron de esperar la creación de las verdaderas condiciones de justicia social y calidad de vida. Cuando un gobierno acude al reparto directo de plata es porque ya no tiene más nada que dar.

No es inevitable la caída hacia un país fallido ni la reposición de nuestras décadas perdidas. Pero en esta oportunidad, además de los partidos y los políticos se requiere del esfuerzo de cada uno para que haya mañana para todos. Tal cual digital