Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 21 de abril de 2010

Tragedias como la del boxeador Edwin Valero dan pie para más de una reflexión.


Cabe una pregunta: ¿Por qué se permitía boxear a un hombre que tenía una placa metálica en el cráneo, a resultas de un accidente, lo cual lo hacía especialmente vulnerable, física y psíquicamente?

Es un tópico mediático y literario eso del turbio mundo en que se desenvuelve el boxeo, siempre a caballo entre la legalidad y la ilegalidad; sin embargo, en Estados Unidos el "Inca" Valero tenía prohibición de pelear, precisamente por el peligro que representaba la fragilidad de su cráneo.

¿Por qué en ninguna otra parte del mundo, especialmente en su propio país, se había tomado decisión semejante?

Es obvio. Un noqueador como el "Inca" no aparece todos los días y semejante negocio no podía ser perturbado por escrúpulos médicos como los de los gringos. Sin embargo, estos tenían razón.

Si nos atenemos a los desgraciados incidentes en que se vio envuelto Valero, es posible presumir que estaba mentalmente desequilibrado. A pesar de que solía despachar a sus contrincantes muy rápidamente, algunos golpes recibía también.

¿Puede alguien asegurar que en sus últimas explosiones emocionales no tenía nada que ver el daño orgánico que había sufrido su cerebro?

¿No habría sido apropiado un examen médico a fondo para determinar si Edwin Valero estaba en condiciones de continuar boxeando sin riesgo para su vida o, por lo menos, para su salud mental?

Pero eso habría sido arriesgarse a cerrar la mina de oro que constituía el pegador merideño.

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