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Republica del Zulia
Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.
martes, 20 de enero de 2009
Cuidado con pisar peines / SIMÓN BOCCANEGRA
¡Quién iba a decir que este mismo chafarote militar que pedía echarle "gas del bueno" a los estudiantes, y que les "metieran la ballena", es el mismo tipo que hace unos pocos años, cuando el alcalde Peña ordenó disolver una manifestación con los chorros de agua de la ballena, exclamó a través de la televisión: "¡No le echen agua al pueblo!" Chacumbele se nos ha vuelto un reaccionario de tomo y lomo. Ya es un Ño Pernalete cualquiera, un jefe civil gomero. Lo que le falta es revivir aquella famosa "Ley Lara", de los tiempos de López Contreras, con base en la cual se reprimían las manifestaciones populares. ¡Dígame esa ridiculez de responsabilizar a las autoridades universitarias por la conducta de los estudiantes! A Chacumbele se le está saliendo el talante cavernícola que hasta ahora, mal que bien, lograba disimular. Sin embargo, este discurso, tan brutal como atrasado, tiene consecuencias. Por ahí anda desatada La Piedrita lanzando bombas lacrimógenas en la UCV, en la Nunciatura, en la casa de Marcel Granier; los inefables "desconocidos" (que todo el mundo conoce) le quemaron el carro a Ricardo Sánchez, presidente de la FCU de la Universidad Central; las huestes de Lina Ron tomaron la Alcaldía Metropolitana. Todos estos actos "heroicos" son típicos de los que son "guapos" cuando se saben apoyados e impunes. Es el "heroísmo" de los "ton-ton macoutes" de Papa Doc Duvalier. ¿Cómo es posible que una institución pública como la Alcaldía Metropolitana sea tomada por los becarios de Juan Barreto y el Ministerio del Interior, que controla todas las policías de Caracas, se haga el loco? Todo esto, sin embargo, tiene que ver con el referéndum. Es parte de la campaña electoral de Chacumbele. Por un lado, criminaliza la normal actividad electoral de la oposición repartir volantes es un delito, y por el otro apoya su propia campaña en el delito intimidatorio. Pero, ¡cuidado con pisar los peines! Dar la cara con firmeza y sin miedo no excluye sino que supone la serenidad. Tal Cual digital
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