El orden absurdo se convierte en un orden depredatorio o de asaltantes cuando los exaltados se transforman en bandidos organizados. Alberto Borea Odria.
El infierno es el reino de la prisa, decía Dante Alighieri y si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo, parodiaba Stephen Covey. Ni lo uno ni lo otro es aconsejable, dicta la experiencia . Es decir, no debemos seguir cometiendo los mismos errores por precipitarnos, pero, tampoco podemos seguir haciendo lo que venimos haciendo, cometiendo equivocación tras equivocación. Tenemos que aprender a distinguir entre una democracia y una democracia popular. Ella no admite adjetivaciones, porqué entre una y otra es la misma que existe entre una camisa y una camisa de fuerza, según decía Ronald Reagan.
Desde hace años alguien expresó que Venezuela se parece a una gandola que está siendo manejada por un chofer ebrio de poder y de soberbia, a toda velocidad, con una carga destructiva de odio y resentimiento social. Los resultados se medirán en términos de calamidad social que provoque. Todavía estamos a tiempo de evitar que seamos enviados a Antenora que es la segunda división del noveno y último círculo del infierno, según Dante.
No ha existido cultura alguna en la que se haya impuesto, ni siquiera dicho, que la mentira es preferible a la verdad o que los cobardes sean más apreciados que los valientes. El sentido de la alquimia entre los musulmanes es que para que el alma haga cosas provechosas y buenas, tiene que hacer un viaje desde el pecado hasta lo sublime. Se interpreta entonces, de convertir el plomo en oro, es decir, transformar un metal vil, EL HOMBRE MEDIOCRE, EN UNO NOBLE, EL HOMBRE VIRTUOSO.
La mentira permanente es degradante, es el instrumento favorito de los mediocres y viles para tratar de imponer sus ideas. Esta conducta se hace posible en las organizaciones que aplican el principio de la autoridad jerárquica. En este tipo de organizaciones se busca imponer la sumisión y no el compromiso, tal es el caso del modelo que se nos quiere imponer en Venezuela desde hace ya largos años; primero por Hugo Chávez y después por Nicolas Maduro .
El poder jerárquico cuanto más fuertemente se ejerce más sumisión procura. Las pandillas son un ejemplo gráfico del ejercicio del poder jerárquico y la sumisión entre sus miembros. Para desgracia nuestra, esa es una de las características del régimen actual. Nos gobierna una pandilla política que imposibilita la alquimia entendida como la expresan los musulmanes. Es obvio que no podemos esperar la transformación de los viles y mediocres actualmente en el poder en hombres virtuosos.
Los discursos de las autoridades jerárquicas, circunstancialmente en el poder, son reveladores. El desespero y el miedo ante la rebeldía del pueblo venezolano, que no es sumiso, que no es chivo manso, que no admite la imposición y que está asqueado ante tanta descomposición, ha hecho brotar lad pústulas del régimen.
La coacción, el chantaje, la provocación, el miedo, no van a forzar la conciencia de quienes ya tienen la plena convicción de la necesidad de rescatar nuestros valores personales, organizacionales y sociales. Ese es un compromiso con la patria, con la familia, y con el futuro, con la libertad y la democracia que hemos adquirido la inmensa mayoría de los venezolanos. Por eso el atrevimiento en los cuarteles, en los ministerios, empresas del Estado, gobernaciones y alcaldías, a pesar de la persecución gubernamental. Convencidos que la alquimia no es posible, porque nada es peor que la falsa humildad. San Agustín decía que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.
De todas maneras dispongámonos a pasar unas navidades felices a pesar de las circunstancias difíciles por las que atravesamos, con el compromiso de que el próximo año 2026 será el año de la liberación y de la reconstrucción del país. Nos leemos desde enero.
nevillarin@gmail.com

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