Una de las razones más poderosas para negar la reelección indefinida la proporcionó el propio Chacumbele cuando aseveraba el miércoles pasado que "él", el propio, considera que "debo quedarme por lo menos diez años más" y que "yo siento que realmente no es tiempo para yo retirarme". "En 2019, ya veremos", nos concede graciosamente Su Alteza Real, porque sólo entonces consideraría si todavía necesita diez añitos más. El ensoberbecimiento y la vanidad de este hombre son realmente patológicos. A una persona que puede hablar en estos términos, pensando que puede decidir el destino de un país según lo que "siente", como si sus "sentimientos" fueran los de Dios, no se le puede admitir la reelección indefinida. En ese "sentimiento" no hay ninguna otra cosa que la lujuria del poder. Se acostumbró a mandar, como advertía Bolívar frente a los peligros de la perpetuación del gobierno. Adicionalmente, Bolívar señalaba que el otro peligro de la perpetuidad en el mando supremo era el de que "el pueblo se acostumbra a obedecer". Visión larga la de El Libertador. Basta con fijarse en la mansedumbre servil con la cual los sigüises de Chacumbele acogen cada una de sus cabriolas políticas, así como sus cambios de humor y de línea, para percibir sin mayor dificultad que ya son presas del síndrome de la costumbre de obedecer.
Sí, mi amo; lo que Usted diga, mi amo. Parecieran regodearse en su propio envilecimiento, aceptando, hasta con indiferencia, como si de banalidades se tratara, la impiedad de un tipo que los hace coger de un lado para otro sin siquiera molestarse en discutirlo previamente. El papelón que hacen es ya la costumbre de obedecer. Que tamaña degradación y pérdida de autoestima pudiera extenderse a toda la nación sería terrible. Por eso hay que votar NO.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario