Desde hace más de cinco siglos, en buena parte del mundo cristiano se cantan villancicos, aguinaldos y otras melodías propias de la Navidad. Su origen está en los cantos populares europeos de los siglos XV y XVI: músicas sencillas, nacidas en los pueblos, que la Iglesia adoptó porque permitían acercar el mensaje del nacimiento de Jesús a la gente común. Así, lo que fueron antiguamente canciones del “villano” —del campesino— se transformaron en una expresión profundamente cristiana, pensada para celebrar la luz y la esperanza que simboliza la Natividad.
Con el tiempo, esta tradición viajó a toda Hispanoamérica, donde cada país creó sus propias formas —aguinaldos, parrandas, posadas, gaitas— sin perder la raíz cristiana que las sostiene. Y en el siglo XX, Estados Unidos convirtió la música navideña en un fenómeno cultural global: Hollywood, la radio y luego la industria discográfica lograron que melodías como White Christmas o The Christmas Song se volvieran parte del imaginario mundial de diciembre.

A continuación, una pequeña muestra de cómo cada tradición nacional ha dado su propio color musical a la Navidad.
Alemania
Stille Nacht (Noche de Paz).
O Tannenbaum.
España
El Tamborillero.
Hacia Belén va una burra.
Estados Unidos
White Christmas.
Jingle Bells.
Francia
Il est né le divin enfant.
Petit Papa Nöel.
Italia
Tu scendi da le stelle.
Canciones Navideñas venezolanas.
Niño Lindo.
Tun Tun.
Mi Burrito Sabanero.
Precioso Querube.
Año nuevo vida nueva.
El poncho andino.
Cantemos Cantemos.
Navidad que vuelve.

Emilio Figueredo – Analitica.com

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