La galardonada con el Premio Nobel de la Paz hizo su presentación por video en directo en una conferencia empresarial en Miami a la que asistieron ejecutivos y políticos estadounidenses, entre ellos el presidente Donald Trump.
“Estoy hablando de una oportunidad de 1,7 billones de dólares”, dijo en inglés el mes pasado María Corina Machado, principal dirigente de la oposición en Venezuela, semanas después de que se anunciara el premio de la paz, que se le otorgó por desafiar a Nicolás Maduro, el líder autocrático del país.
Destacó las enormes reservas de petróleo y gas de Venezuela —“Vamos a abrir todo, upstream, midstream, downstream, a todas las empresas”—, así como su infraestructura minera y energética. Su mensaje ha sido inquebrantable desde principios de este año, cuando se jactó del “infinito potencial” de su país para las empresas estadounidenses en un pódcast presentado por el hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr.
Ha tenido un público receptivo.
El presidente y sus asesores han insistido públicamente en que las letales operaciones militares en torno a Venezuela y la campaña de presión contra Maduro tienen como principal objetivo proteger a los estadounidenses del narcotráfico. Pero Venezuela no es un productor de drogas, y los estupefacientes que pasan de contrabando por el país van a parar principalmente a Europa.
Entre bastidores, los funcionarios del gobierno también se han enfocado intensamente en las reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del mundo.
Su importancia es evidente en las negociaciones secretas entre funcionarios estadounidenses y Maduro en materia petrolera, y en las conversaciones que los ayudantes y aliados de Trump han mantenido con Machado y otras figuras de la oposición venezolana.
Trump ha dejado claro públicamente su interés por el control de las reservas de Venezuela. En un discurso ante los republicanos de Carolina del Norte en 2023, cuatro años después de que respaldó los esfuerzos para derrocar a Maduro en su primer mandato, Trump dijo: “Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de derrumbarse. Nos habríamos apoderado de ella, habríamos conseguido todo ese petróleo, habría estado justo al lado”.
Elpapel del petróleo en las crecientes tensiones entre Maduro y Trump destacó el miércoles con ladramática incautación estadounidense de un petrolero que viajaba por el mar Caribetransportando crudo para Cuba y China. Trump dijo que se quedaría con el cargamento, aunque su autoridad legal para hacerlo es cuestionable.
Dicha acción supuso una brusca escalada en la campaña de Trump contra Maduro, la cual se ha prolongado durante meses e incluido 25 ataques a barcos en los que han muerto al menos 95 personas, actos que, según muchos expertos jurídicos, son ilegales.omy of Venezuela.
Venezuela y su petróleo están en el centro de dos de las prioridades de seguridad nacional declaradas por Trump: el dominio de los recursos energéticos y el control del hemisferio occidental. Venezuela posee alrededor del 17 por ciento de las reservas de petróleo conocidas del mundo, es decir, más de 300.000 millones de barriles, casi cuatro veces la cantidad que tiene Estados Unidos. Y ninguna nación tiene mayor presencia en la industria petrolera de Venezuela que China, la superpotencia cuya inmensa huella comercial en el hemisferio occidental el gobierno de Trump pretende frenar.
“Cuando el presidente Trump ha hablado de Venezuela y de otros países comparables, siempre ha hecho hincapié en la importancia de que Estados Unidos tenga acceso a esos recursos petrolíferos”, dijo Francisco R. Rodríguez, profesor de la Universidad de Denver que estudia la economía política de Venezuela.
Trump ha hablado repetidamente de obtener petróleo y otros recursos naturales como recompensa por la intervención militar estadounidense en suelo extranjero. “Siempre he dicho que hay que tomar el petróleo” fue una de sus frases favoritas en su campaña presidencial de 2016.
En su primer mandato, dijo que se iba a “quedar con el petróleo” de Siria debido a la presencia de soldados estadounidenses allí. Ha dicho que Estados Unidos debería haberse quedado con el petróleo de Irak y Libia como pago por las intervenciones militares que derrocaron a esos gobiernos.
En 2019, Trump ordenó a sus asesores que Juan Guaidó, entonces líder de la oposición venezolana, se comprometiera a dar a Estados Unidos acceso al petróleo de su país y a excluir a China y Rusia si Guaidó arrebataba el poder a Maduro en un esfuerzo respaldado por Estados Unidos, según las memorias de John Bolton, entonces asesor de seguridad nacional. Bolton lo calificó de “gran extralimitación”.
Maduro también considera el petróleo de Venezuela una importante herramienta geopolítica.
Los dirigentes del país dependen de las compras de petróleo de China como baluarte contra las sanciones económicas impuestas por el primer gobierno de Trump y mantenidas por el presidente Joe Biden. En abril, durante una visita a Pekín, Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, pidió a los dirigentes chinos que realizaran mayores inversiones en la industria petrolera de su país y que compraran más crudo. China ya representa el 80 por ciento de las compras de petróleo de Venezuela.
El petróleo bajo presión
En los últimos meses, los ayudantes de Trump han debatido cómo conseguir un mayor acceso al petróleo de Venezuela para las empresas estadounidenses, dada la hostilidad de Maduro y la presencia de China, según afirman funcionarios y exfuncionarios.
Richard Grenell, enviado especial encargado de tratar con Venezuela y presidente del Centro Kennedy, ha dirigido las conversaciones encaminadas a alcanzar un gran acuerdo con Maduro. El dirigente venezolano hizo una oferta a Trump que incluía la apertura de la industria petrolera del país a los estadounidenses, más allá del acceso limitado de Chevron, que opera allí con una licencia confidencial recientemente ampliada por el gobierno estadounidense.
Trump ha rechazado esa oferta, porque otros altos asesores han argumentado con éxito que no se puede confiar en Maduro y que busca ganar tiempo. Ese bando, liderado por Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, ha presionado para derrocar por la fuerza a Maduro. Argumentan que un líder conservador y orientado al libre mercado —es decir, Machado— favorecería a las empresas estadounidenses y limitaría la inversión china.
Trump sugirió a Maduro en una llamada telefónica el mes pasado que abandonara el cargo. Maduro se ha negado a ceder el poder en un futuro próximo, a pesar de la acumulación de fuerzas militares estadounidenses en el Caribe y de la repetida amenaza de Trump de ir más allá de los ataques a embarcaciones y atacar objetivos al interior de Venezuela.
La incautación del buque petrolero y las nuevas sanciones contra el sector petrolero de Venezuela pretenden derribar la obstinación de Maduro al demostrar que Estados Unidos está dispuesto a asfixiar la mayor fuente de ingresos del país, dijeron funcionarios y exfuncionarios.
Es probable que Estados Unidos pronto confisque más buques que transportan petróleo venezolano, dijeron funcionarios estadounidenses. El gobierno estadounidense podría justificar futuras incautaciones citando antecedentes de petroleros que transportan petróleo desde Irán, país que está sometido a un conjunto de sanciones más estrictas que Venezuela; esta justificación ya la usó la semana pasada.
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