
Ante una comisión investigadora del Senado español, Sánchez declaró no conocer nada con respecto a la visita furtiva de Delcy Rodríguez a Madrid. Negó saber algo sobre las maletas que ella dejó aquí. Estrenando gafas (lentes) de mentir, mostró sus artes de birlibirloque y salió indemne.
Viendo esa sesión de cinco horas extensas, se recordaba la famosa frase de Solzhenitsyn, refiriéndose al politburó soviético: “Mienten, saben que mienten, sabemos que mienten, saben que sabemos que mienten. Sabemos que saben que sabemos que mienten y siguen mintiendo”. Es sabido: si no mintieran se sabría. La Justicia no funciona con certezas evidentes, sino con pruebas. Son las que está buscando el juez para probar de dónde salía tanto dinero en efectivo, que ha circulado desde dentro de la sede del PSOE en Madrid (calle Ferraz). ¿De dónde sale tanto billete grueso? La sospecha es que viene de comisiones ilegales por la trama que manejaban dos exsecretarios de organización del partido, Ábalos y Cerdán, junto con su acólito Koldo. Pero el juez necesita tener pruebas irrefutables en la mano. Por eso ha pedido a la Audiencia Nacional que las encuentre.
Sánchez es un resistente, hábil, hasta el hartazgo, en escurrir el bulto. Ese "puto amo", como lo llama con cariño uno de sus ministros, al que nada se le escapa, que va demacrado por la vida por su escaso dormir, debe saber todo. Parece ser el tramoyista que teje y mueve los hilos de su escenario. En el Senado, que calificó de circo y comisión inquisitorial, se apañó para escabullirse de mentir, en una maniobra de experto en la tangente. Los "no recuerdo", "no me consta", "no lo sé", fueron sus respuestas preferidas y repetidas. Y el ataque a los senadores opositores, llamándoles fachas. Les recordó que seguirían en la oposición para siempre. Tan seguro está en seguir instalado en su palacio presidencial.
Se despachó contra la prensa que ha publicado, con pruebas documentales, grabaciones y fotos, todo el asunto que le salpica a él directamente, a su esposa y al hermano. Este político es un "pájaro de cuidado". Afirmó que su gobierno y el de Zapatero –su padre putativo– han sido los más honrados, eficientes y progresistas de España. Olvidó al de Felipe González, su compañero socialista, ahora crítico con la gestión de esos dos gobernantes. El progresismo de Sánchez y Zapatero es semejante al que inauguró Chávez y continuó Maduro en Venezuela, ese "socialismo del siglo XXI", cuyo progresismo lleva directo a la ruina. Ambos accedieron al poder pregonando acabar con la corrupción de la democracia anterior a ellos. Aquel acabó instalando un narcoestado, este un progresismo autoritario en plena orilla europea. Progresismo no significa progreso.
Por si fuera poco, la sesión esperpéntica escenificada por Sánchez en ese control senatorial, en la sede del Instituto Cervantes de Madrid, se rindió a los mexicanos AMLO y Sheinbaum, que piden al rey de España pedir perdón por la afrenta de España a México. Sánchez, tomando el papel de rey, pidió “perdón por los supuestos abusos cometidos por España durante la conquista de América”. Esta pose, que falta a la verdad histórica, coincide con una ola hispanista que está levantándose desde hace unos años en España e Hispanoamérica. Mientras Sánchez y su ministro Albares se alinean con los propagadores hoy de la Leyenda Negra española (México, Venezuela y Colombia), muy progresistas; esos hispanistas, señalados como conservadores, vienen contando en conferencias y libros la verdadera leyenda de esa América. No pretenden crear un relato rosa, sino poner en su exacta dimensión esa historia. México la inventó Hernán Cortés.
Historiadores como María Elvira Roca Barea, Juan Miguel Zunzunegui de México o Marcelo Gullo de Argentina, vienen desmontando lo negro de España en América y contando con datos, cifras, declaraciones, el legado cultural de España en América, Sánchez y sus socios ideológicos de la Hispanoamérica de hoy insisten en el inmenso daño que España hizo en aquellas tierras. Esas naciones son una España en su esencia, distinta, nueva. Lo creó con una seña única y distintiva que marca las Leyes de Indias: el mestizaje. Sánchez y Albares se presentan como traidores a la historia de España. Les convendría recorrer las ciudades de Hispanoamérica, desde Estados Unidos hasta Chile, verán cuánta España hay allí, diferente, propia, mestiza, pero una extensión de la hispanidad, que arropa a 600 millones de hispanoamericanos. López Obrador y la presidente Sheinbaum dormirán en México, soñando en español. Sus apellidos no son aztecas.
Mientras tanto, Maduro siguen en su macabro pasatiempo favorito: encarcelando a opositores, que sólo hablan o escriben contra su narcogobierno. Cerca de 60, según fuentes, fueron detenidos sin proceso en octubre. Los cañones de la justicia que lo van a derrocar apuntan a su bolsillo corrupto. Sánchez y sus ministriles están tardando en declarar a Maduro como un impostor.
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