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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 13 de octubre de 2025

Luisa Pernalete: Dos educadores santos


Hagamos las paces.

Faltan pocos días para que se oficialice la canonización de José Gregorio Hernández y de la hermana Carmen Rendiles, aunque ya para nosotros, los venezolanos son santos desde hace rato. Y aunque ambos tienen en sus biografías muchos elementos dignos de admiración, en esta oportunidad queremos resaltar que ambos fueron educadores, y la verdad es que la educación venezolana, los educadores de este país necesitamos de esos santos inspiradores y de su ayuda.

José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles

Pensemos que ambos vivieron tiempos muy difíciles: José Gregorio Hernández nació en 1868, y su vida profesional la desarrolló en las primeras décadas del siglo XX, en plena dictadura de Gómez. La hermana Carmen, nació en 1903 y parte de su vida como religiosa – desde los 24 años- la vivió en un tiempo donde la educación no era prioridad, las mujeres eran consideradas “inferiores”, mucho más que hoy, y le tocó vivir parte de la dictadura Pérez Giménez. Contextos difíciles pues, también para los educadores de hoy en el país.

Ambos santos, se les conoció por su sencillez, humildad – aunque ninguno de los dos tuvo familia de escasos recursos- su sentido del humor – a pesar de lo serio que nos ponen a José Gregorio en pinturas y fotos –  ambos fueron creativos, valientes, perseverantes, como educadores.

Detengámonos en José Gregorio. Nació en Isnotú, donde hizo su primaria. Muy buen estudiante y para estudiar bachillerato tuvo que trasladarse a Caracas. Luego entró a la UCV a estudiar medicina, también excelente estudiante. Al graduarse regresa a Trujillo y empieza a ser “médico delos pobres”. Pero el Presidente entonces, Rojas Paúl, lo envía a Francia a que se actualizara y ayudara a modernizar la medicina en Venezuela, que fue lo que hizo al regresar, donde, entre otras cosas, introduce el uso del microscopio, y además entró como profesor en la carrera de medicina en la UCV. En esa casa de estudios fue docente en la cátedra de Histología normal y patológica, y fundó la cátedra de Bacteriología, la primera en fundarse en América Latina. Sus alumnos lo apreciaban mucho como profesor. Muy activo. Investigaba y publicaba los resultados de sus investigaciones. Hacía equipo con profesionales que no eran creyentes, pero era muy respetado. Educador, investigador. Sin dejar de atender pacientes, y sin dejar de cultivar la música, aprender idiomas… docente integral pues. Como tiene que ser.

Por su parte, la hermana Carmen, que como se sabe, nació sin un brazo, una discapacidad que no le impidió estudiar, ser activa en la iglesia, catequista de adolescente y luego religiosa, a los 33 años fue nombrada maestra de novicias en su congregación, y luego superiora general. Ambos roles suponen trabajo educativo, liderazgo. Más tarde, cuando la congregación, de origen francés, decide convertirse en instituto secular, la hermana Carmen decide separarse y fundar su propia congregación. Desde ese nuevo lugar en la construcción del Reino, funda varios colegios. Dicen los que le conocieron, que siempre fue muy cercana, humilde, sencilla y de espíritu alegre.

Ambos santos deben inspirarnos a los educadores – y en realidad a todos los venezolanos – dinámicos, atrevidos, valientes, trabajando en comunidad, vivieron en contextos complicados y no se sentaron a esperar que las cosas sucedieran. Activos, preocupados y ocupados por las más necesitados, cultivando su fe.  Eran, para decirlo en términos ignacianos, “contemplativos en la acción”.

Creo que las vidas de estos dos santos educadores deben ser conocidas por todos, pero en especial por nosotros, los educadores.

Y para ir terminado, ¿Qué harían hoy José Gregorio Hernández y la hermana Carmen si vivieran en Venezuela? Seguro que harían muchas cosas por recuperar a esos millones de niño, niñas, adolescentes y jóvenes que están fuera de las aulas, ambos defenderían a los educadores que perseveran para que tuvieran salarios dignos, José Gregorio lucharía por la actualización de las carreras universitarias sin descuidar el tema de la investigación…  Nos contagiarían a todos con su buen trato, sencillez y humildad, propias de los grandes.

San José Gregorio y Santa Carmen, intercede por nosotros y por nuestra educación.

https://www.costadelsolfm.org/

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