
Tomada de elEconomista.es Oscar Hernández Bernalette
El petróleo no es solo un recurso energético, sino una herramienta de poder que moldea las relaciones internacionales, influye en las económicas globales y define estrategias diplomáticas. Su control y distribución han sido históricamente utilizados por países y bloques para ejercer influencia, imponer sanciones y garantizar su seguridad nacional. Esta idea es archiconocida y ha sido primer titular de cualquier clase de geopolítica del petróleo. Entonces afirmamos que es un arma diplomática y se usa para imponer relaciones globales.
El oro negro nos sirve para adelantarnos a acontecimientos geopolíticos. Podemos predecir acciones geopolíticas y acontecimientos futuros. Evaluar escenarios que nos permitan anticipar los que pueden suceder dado los intereses y las necesidades de los actores. Anticipar perjuicios directos o daños colaterales. Por ejemplo, si soy un país consumidor neto de energía, intento mantener un mercado confiable y seguro. Desarrollo mis relaciones políticas internacionales garantizando accesibilidad al recurso, a los mercados disponibles, rutas marítimas, etc.
La geopolítica del petróleo es igual de importante para el país productor. Si tengo opción de vender mis excedentes a un mercado confiable, cercano y con capacidad de absorción de mi producción debido a su facilidad de compra y la necesidad de consumo, pues lo convierto en un aliado estratégico importante en lo que se refiere a mis exportaciones, negociaciones, expansión de negocios, y evito relaciones írritas que menoscaben la posibilidad de garantizar mis suministros.
Esta introducción tiene que ver con el escenario conflictivo entre Venezuela y los Estados Unidos en estos tiempos. Si, ciertamente el petróleo seguirá siendo un recurso crítico en el corto y mediano plazo y su apetencia continuará influyendo en las relaciones internacionales y la estabilidad global, nos permite, desde una perspectiva académica y tomando en cuenta los intereses geopolíticos globales de estos tiempos, preguntarnos si es acertado afirmar que la actual coyuntura crítica en las relaciones entre los dos países tienen como sustento el interés de los Estados Unidos de posesionarse de las considerables reservas con que cuenta nuestro país. Por cierto, las mayores reservas probadas del planeta, seguidas por Arabia Saudita, Canadá e Irán. En el caso de Venezuela se estiman en 304 mil millones de barriles.
A menos que sea bajo una lógica a muy largo plazo y en donde la energía fósil no será desplazada de la faz del planeta hasta que se agote, tiene poco sentido esa lógica. Desde una perspectiva geopolítica, la narrativa según la cual Washington incursiona en este momento para asegurarse fuentes de petróleo, tiene en mi opinión poca credibilidad. Por una parte, hoy es el país con la mayor producción de petróleo del mundo, solo en agosto de 2025, produjo 20.879.000 barriles diarios. Representaba casi el 22 % de la producción mundial de petróleo. También era el mayor importador de petróleo diario y el mayor consumidor mundial. Lo que pareciera más probables es el interés de ese país por mantener a sus empresas en el mercado local para garantizar suministro permanente y confiable. Mantener su presencia en el mercado con suministros confiables y a precios de mercado es su mejor apuesta.
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, ya por el año 1943, los Estados Unidos y los británicos se preocupaban por su limitada capacidad de abastecerse de combustible. A diferencia de la Primera Guerra Mundial, esa conflagración consumía mucho más petróleo que el inicialmente calculado, tanques ,aviones , transporte en general, obligaban a un consumo de combustible muy alto. Toda vez estos aliados estaban preocupados por su capacidad de cumplir las demandas, el gobierno de Estados Unidos se propuso comprar Chevron y Texaco, que operaban desde Arabia Saudita y que luego se convertirían en Aramco, la mayor productora de petróleo y que desarrolló posteriormente los grandes campos petroleros de Arabia Saudita.
En estos tiempos, a diferencia de los años sesenta y setenta, cuando se apreciaba la posibilidad de recortes petroleros y la posterior alarma de los mercados toda vez los recortes de la OPEP, el embargo árabe y la demostración de la vulnerabilidad en los Estados Unidos, dependiente en un buen porcentaje del petróleo y derivados producidos fuera del país del norte que incluía el petróleo venezolano, no pareciera ser un escenario similar en estos tiempos.
Entendería que las empresas transnacionales quieren el petróleo venezolano por su cercanía a este gran consumidor y apuestan a unas reglas claras y predecibles que permitan satisfacer a un socio presionado por demanda. Si esto es así, entonces la pregunta ¿para qué querría por la fuerza apoderarse de estas riquezas que no le pertenecen y son sin duda un patrimonio de la nación venezolana?
PolítiKa UCAB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario