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sábado, 2 de agosto de 2025

¡La traición, de vuelta! Por Luis González Del Castillo Luis González Del Castillo


Dedico el presente artículo, gracias a la deferencia que me otorga El Nacional, al estimado profesor Adolfo Salgueiro, quien ha sido, durante estos cruciales años, un magnífico articulista en su edición sabatina. Confiamos, orando al santo médico venezolano José Gregorio Hernández, en su pronta recuperación.

El sábado pasado, 26 de julio, les escribí aquí, en El Nacional, sobre la traición. Después de adentrarme en tan espinoso tema, me convencí de que, ante tal pretensión de mi parte de profundizar a cabalidad sobre tantas y tan delicadas situaciones en que la traición ha sido protagonista, hacer de esto varios artículos con la brevedad necesaria era casi una quimera. Siendo la traición un elemento transversal a toda la historia de la humanidad, voy a terminar con este texto, "La traición, de vuelta", dicha pretensión, para dejarlo planteado como algo que se puede retomar desde otra modalidad, como un ensayo o algo similar.

Enfoquémonos, por ahora, únicamente en la idea central del significado clave de la traición como un elemento estratégico para las naciones. Por el contrario, la lealtad hacia ellas —desde las pequeñas acciones cotidianas hasta los asuntos de la mayor envergadura— tiene consecuencias directas en la vida de millones de ciudadanos.

La reflexión que realmente nos ocupa está enfocada en ello: un pensamiento más adecuado para el desarrollo de la vida de las naciones. Sus élites, o grupos de actores e intereses con suficiente formación y recursos para hacerse sentir, deben interactuar mucho más y con mayor profundidad y alcance, todo con miras a un mayor y mejor desarrollo de nuestra civilización planetaria. El enfrentamiento oportuno y efectivo de los conflictos internos, así como las amenazas o alianzas con otras naciones —ya sea para evitarlas o confrontarlas— van marcando el modo en que cada una de ellas logra finalmente evolucionar. De allí se va labrando un modo de ser de cada región del mundo. Y eso determinará, para bien o para mal, su propio destino.

Observemos con mucha más atención el mundo actual. Aceptemos, de una vez por todas, y actuemos en consecuencia con la fuerza del conocimiento, la razón, y las capacidades tecnológicas, alineadas con los valores y principios de más alta calidad humana, para edificar un mundo justo y bueno para todos.

Sobre lo ocurrido, y lo que aún ocurre, en Ucrania: el pueblo tomó la legítima decisión de avanzar hacia un estadio superior de democracia al estilo europeo. La respuesta fue la anexión, por parte de Putin, en 2014, de Crimea, seguida de la invasión, el 24 de febrero de 2022 —en pleno contexto de la crisis pospandemia del covid-19— de todo el territorio ucraniano. Este es un problema de toda la humanidad.

Del mismo modo, el ataque del 7 de octubre de 2023, perpetrado por el terrorismo de Hamás contra Israel, asesinando a 1.200 inocentes y tomando más de 250 rehenes, fue un hecho tan aberrante como demencial. Asesinaron bebés, violaron mujeres y mataron familias indefensas en sus casas, desde donde no se ejercía ninguna acción hostil contra Gaza. Más bien existía una vivificante actividad de exigente trabajo para desarrollar una zona difícil. Este hecho nos abofeteó a todos. Despertamos a la realidad de lo absurdo y contraproducente que es el "laissez faire, laissez passer" —dejar pasar, dejar hacer— como receta para combatir la pobreza y las enfermedades, y así alcanzar una verdadera estabilidad y paz mundial.

Desde el pensamiento del ser humano emergen las ideas; luego, los planes y el proyecto nacional que marcarán sus ejecutorias y su trascendencia dentro de la civilización, por muchas décadas, por mucho tiempo.

He experimentado, como investigador y profesor invitado internacional en diversas universidades de Europa y América, a lo largo de más de veinte años, la dolorosa frustración de recibir como respuesta —que considero fruto de supina ignorancia histórica y política— la falacia de la "no intervención". Dicha respuesta proviene, muchas veces, de malos funcionarios de supuesto alto nivel: miembros de intereses subalternos de partidos políticos o de esa tan despreciable tipología de vividores académicos, que se visten de profesores universitarios para hacer lobbies y atesorar dinero, en lugar de formar discípulos o defender propósitos nobles mediante sus relaciones politiqueras.

La mayor traición, que hoy resulta patético corroborar en las élites de supuesto linaje del conocimiento académico, es traicionar la verdad. Muchos demagogos hablan de derechos humanos mientras ignoran —o toleran— las consecuencias perturbadoras de no atender debidamente problemas como el de Irán. Otro tanto ocurre con Rusia y Putin, un asunto que pocos se atreven a encarar como debe ser. Igualmente inverosímil es la violación de los derechos de más de nueve millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país. Muchos de ellos han sido infiltrados por agentes criminales y terroristas enviados por la tiranía de Maduro y sus secuaces, bajo la fachada de un masivo éxodo provocado por sus propios desmanes.

Parece que algunos, aunque aún de forma desprevenida, están empezando a entender que el aislamiento frente a las realidades del entorno mundial y latinoamericano no es, ni será, una receta digerible ni tolerable en este mundo cada vez más indivisiblemente conectado.

La traición ha sido, y sería de mucho mayor daño si persistiera, no asumir definitivamente que es necesario profundizar, por parte de la actual administración de Donald J. Trump y de los países más desarrollados de Europa, en la limpieza del pantano tanto en el continente americano como en el europeo. Desde nuestra responsabilidad americana, anunciamos que ya está constituida una organización de voluntarios con tal fin. Gente que, hasta ahora, no había sido vista más que como una amenaza —el cáncer de una realidad que representa daño cierto y avance de las fuerzas del mal y del atraso humano—. Afortunadamente, estamos comenzando a asumir, en nuestra región americana, que, como ocurrió con el llamado “Plan Colombia”, estamos indeclinablemente listos para: ¡Avanzar!

catedrainternacionallibertad@gmail.com/ @gonzalezdelcas

https://www.elnacional.com/

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