Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 29 de julio de 2025

Margarita López Maya: Pensar Venezuela después del 28J



El primer aniversario de las elecciones presidenciales de 2024 es un buen momento para compartir las inquietudes que nos embargan. Son muchas las preguntas que hoy nos hacemos que, a la luz de tantas turbulencias políticas internas y externas ocurridos en los meses recientes, circulan sin respuestas satisfactorias. Si depuramos y ordenamos estas interrogantes, ellas contribuirán a guiarnos con más certeza en la ruta hacia nuestro futuro democrático.

Primero, detengámonos en el contexto mundial y su alta complejidad: ¿cómo afecta a nuestra lucha lo que está sucediendo en el mundo? ¿Cómo perturban las acciones del presidente Trump contra las instituciones democráticas de su país, sus decisiones en Oriente Medio y sus políticas migratorias nuestras posibilidades de cambio? ¿Podrá Europa reinventarse, mantenerse unida y democrática y así apoyarnos? La falta de unión y liderazgo de América Latina, ¿la hará irrelevante para auxiliarnos? Estas inquietudes exigen atención, estudio, análisis. En medio de sus proyecciones sombrías esconden una verdad: estamos presenciando las contracciones de un parto del que nacerá un nuevo orden mundial, en el que algunos ganarán, pero muchos irán a la ruina.

¿Qué nos tocará a nosotros? Venezuela está totalmente inmersa y condicionada por este proceso de transformación mundial. Lleva así varios lustros, por lo que necesitamos comprender las múltiples conexiones de lo mundial con nuestra dinámica nacional y regional. Nuestro Gobierno ha participado activamente desde el principio en la complejidad del mundo en construcción. No sólo somos un peón de los modelos no democráticos emergentes liderados por China, también constituimos para estos modelos una guía para destruir, mediante el populismo de izquierda, las democracias liberales. Venezuela ha sufrido desde muy temprano los dolores del parto que está sucediendo a nivel planetario. Por ello, debemos tener presente que el análisis de nuestros procesos siempre debe tener una perspectiva más allá de lo nacional.

El conjunto de interrogantes sobre lo internacional en desarrollo se empalma con las cuestiones que se refieren a la nación que somos actualmente. Una cuarta parte de los venezolanos vive en el extranjero. Esta población se identifica como diáspora, es decir, como personas que no quieren renunciar a su nacionalidad, que mantienen los lazos y el deseo de regresar al país. Se trata de una población que intercambia información y cultura con personas de todo el mundo y que ha sabido responder a los infinitos retos de la supervivencia en contextos poco amigables con creatividad, trabajo y lucha. Los otros tres cuartos viven en Venezuela, muchos a su pesar; son personas que también sufren y, por ello, también se transforman. Han aprendido por las malas que el Estado ya no garantiza derechos y que el Petroestado paternalista ha mudado a tener relaciones de servidumbre y esclavitud con quienes habitan el territorio. Han aprendido que el poder se encarna en un grupúsculo de familias, socios y amigos, también venezolanos, pero carentes de sensibilidad o interés hacia sus compatriotas. Los intereses del Estado ya no son los nuestros, sino los de un mundo ajeno y delincuencial. Entonces, ¿cómo ahondar en el conocimiento de esta difícil complejidad? ¿Cómo sobre esa base impulsar procesos de integración entre nosotros y construir vasos comunicantes intergeneracionales y multiculturales entre redes y sociedades del conocimiento capaces de revertir este camino errado? ¿Cómo reconfigurar nuestra nacionalidad?

Vemos que la intensidad y las contradicciones de los cambios mundiales corren en paralelo con nuestras radicales y también contrapuestas transformaciones. Si miramos de frente y sin concesiones esta fluida y confusa realidad, si la sopesamos sin edulcorarla, sin intentar convertirla en materia para una épica superficial, creo que podremos identificar nichos reales de oportunidades desde donde emprender iniciativas para el futuro que deseamos para la sociedad venezolana. Contamos con recursos humanos y materiales con potencial para afrontar las tareas y obstáculos que estos tiempos nos presentan. Usémoslos para revertir la oscuridad del poder constituido en Venezuela; para asir articulaciones viables con actores democráticos transnacionales y para reconocer y aceptar los sacrificios ineludibles que debemos hacer para recuperar un imaginario nacional inclusivo y democrático. Precisemos las coyunturas favorables donde concentrar nuestras acciones y no nos detengamos en nimiedades ni conflictos internos banales entre nosotros. Acerquemos bien nuestra lupa sobre los cambios mundiales y nacionales que están ocurriendo para encontrar las piezas del rompecabezas que nos permitan construir un proyecto de nación del siglo XXI amable y satisfactorio para los venezolanos(as) de dentro y de fuera.

https://www.costadelsolfm.org/

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