Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 28 de febrero de 2025

Criaturas del poder Por Armando Martini Pietri


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La política, útero infectado de la sociedad, no deja de parir aberraciones que jamás debieron gestarse. No son solo ideologías batracias las que gangrenan la democracia, son también sus excrecencias; dictaduras, autocracias, absolutismos y despotismos, las que lo despedazan con garras infectadas de maldad y perversidad. No se refiere a errores pasajeros ni de utopías torcidas, sino de tumores del poder, fetos deformes que convierten la voluntad popular en un despojo fétido al que aún osamos llamar «gobierno».

El comunismo, embrión ideológico que nació con el sueño de justicia, pero que en el parto se retorció en un monstruo de muerte, sangre y dogmas. Lo que prometió igualar, lo aplastó; sus cesáreas forzadas trajeron gulags, hambrunas y purgas, interrumpiendo la libertad en nombre de un colectivo que nunca respiró. Su mellizo, el socialismo, se viste de bondad, mas pare estados clientelares y economías ruinosas, donde la «justicia social» es un espejismo para engordar élites mientras el pueblo padece miseria, desventura e infelicidad. Son embriones que suenan a redención, pero apestan a cadenas.

A su lado crece el nacionalismo exacerbado, un óvulo envenenado que fecunda odios tribales y fronteras ficticias, inventando guerras y delirios de pureza que huelen a ceniza. El neoliberalismo radical, brutal, idolatra la ganancia y convierte ciudadanos en mercancía, dejando tras de sí un rastro de explotación y desigualdad. Y, por si fuera poco, el populismo hueco, secreción estéril, que se disfraza de pueblo para humillarlo, doblegarlo y saquearlo, con promesas vacías mientras se roba las arcas públicas y en muchos casos, las privadas. Pero estas corrientes de pensamiento no actúan solas, necesitan matrices podridas que las gesten, y ahí entran las verrugas del poder puro.

Dictaduras modernas, absolutismos y despotismos no son ideologías, sino óvulos bastardos del control absoluto; violadores de la dignidad humana. Cesáreas ensangrentadas de la política, regímenes que extirpan derechos, sustituyéndolos por miedo y aprensión. Desde los tronos podridos de reyes hasta búnkeres de tiranos contemporáneos, convierten la democracia en una farsa, en un cadáver maquillado para encubrir torturas y martirios. Encarcelan, hostigan, silencian, su placenta es represión, su cordón umbilical, propaganda. No importa si se visten de «orden» o «estabilidad», son protuberancias en la carne viva de los pueblos que dejan cicatrices tan profundas que no se aliviarán por generaciones 

Monstruosidades, no accidentes. Nacen de un sistema político sin escalpelo higiénico, no filtra el esperma tóxico del fanatismo ni óvulos podridos de la ambición y el ego. La democracia, madre enferma, débil y moribunda, no sabe interrumpir a tiempo; deja que cualquier embrión -ideológico o despótico- se desarrolle, por deforme que sea, hasta que se convierte en un cáncer que la devora. Y el problema no son solo las ideas o los tiranos, somos nosotros, los que inseminamos. Cada voto ciego, cada apatía, cada traición, es un espermicida fallido que perpetúa la tragedia.

¿Qué hacer? La democracia no tiene retroactivo, pero sí debería poseer un cordón sanitario, una cesárea preventiva, para asegurar que ideologías y regímenes lleguen al poder solo si traen coherencia y humanidad, no caries ni grilletes, ni ulceración ni corrupción. Que se extirpen las placentas de dogmatismo, represión y mesianismo antes de que estas aberraciones respiren el aire de la autoridad. Porque cada vez que uno de estos tumores -marxismo rígido, colectivismo clientelar, poderío voraz- se instalan, la democracia no solo tiembla, se desangra.

El comunismo asesino y homicida; la estafa del socialismo demagogo, embaucador y ruin; el nacionalismo patriotero; el populismo lenguaraz, oportunista y charlatán, conjuntamente con sus primos amancebados; son la prueba de que la política, mal parida, es un malogro espontáneo de la esperanza. Mientras se gesten fetos que nunca debieron nacer, la necropsia seguirá abierta, con el escarpelo hurgando en las entrañas de la dignidad colectiva y el decoro individual. 

@ArmandoMartini

EL NACIONAL.

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