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domingo, 3 de noviembre de 2024

Lección política (conformismo y humillación) Antonio José Monagas

 

El problema que padece quien humilla es no comprender que tan vulgar actitud no lo hace más poderoso


@ajmonagas

La situación mundial está en continuo cambio. El problema lo representa el carácter azaroso de los susodichos cambios. Particularmente, toda vez que los mismos degradaron el concepto de “desarrollo”. No solo por causa de la dinámica política, también por la movilidad que ejerce la economía y por el clamor social acostumbrado a estremecer la naturaleza donde la política y la economía actúan de modo sostenido.

La disposición de cada uno de dichos ámbitos solo puede posibilitarse en la medida en que la educación alcanza sus objetivos. De manera que, luego de estimarse las dificultades que dicho proceso acarrea, resulta fácil inferir el grado de la importancia de la educación.

Una mirada holística a la situación

Los problemas que en ese trance se suscitan comprometen la política. Incluso mucho más que las implicaciones de la economía, al mostrar su habilidad para integrarse a las competencias que exige la educación. Justo es ahí donde la política exhibe su habilidad para ajustar los procesos educacionales a intereses políticos capaces de transfigurarse o enmascararse con los fines que impone una escuela adoctrinada. Así se posibilita una educación forjada por la políticas ocasionales o improvisadas.

Un procedimiento que requiere de la capacidad de convocatoria y arreglo de las circunstancias inmediatas y mediatas al meollo del asunto tras el cual la política apuesta sus energías y malicias de todo género. Es el momento exacto para abordar un proceso enseñanza-aprendizaje complejo.

Es justo acá donde se precisa comprender la impertinencia de supuestos compromisos de toda índole, por cuanto dificultan los objetivos trazados a instancia de los lineamientos de desarrollo establecidos políticamente. Es ahí cuando surgen problemas como los que esta lección política busca analizar.

Problemas estos que desdibujan los esfuerzos que competen a las necesidades que invocan las premisas teóricas de “cultura política”. Aunque la brevedad propia de la disertación, solo permitirá considerar los problemas que representan el conformismo y la humillación como atolladeros culturales, que en efecto son. Además de la insidia que se da en medio de tan críticos atascos.

Del conformismo y humillación

Segunda lección (de conformismo y humillación). Sobre conformismo podría decirse que sus consecuencias actúan en craso perjuicio de la libertad, como asidero de vida. Asimismo, la legitimidad entendida como fundamento de la moralidad, del buen juicio y de honestidad. Es así que, si bien la libertad y la legitimidad funcionan como antítesis de la conformidad, sus condiciones se convierten en razones enemigas de sistemas políticos antidemocráticos.

De ahí que todo sistema político que opere en contrario a las libertades y derechos fundamentales está buscando premiar la conformidad. En ella consigue el mutismo necesario y la condescendencia forzosa, toda vez que fungen de cómplices de la intolerancia, del sectarismo y de la omisión que facilita la opresión propia de regímenes despóticos.

Es conocido que toda autocracia, dado su afán de sobreponerse a las circunstancias, indistintamente si lucen conciliadoras o resistentes a la opresión, siempre busca la aprobación o asentimiento de esas facciones al momento en que actúan con desvergonzada sumisión. Por eso, muestran comportamientos resignados y pacientes ante las adversidades. Pero es como conviene a sistemas políticos autoritarios, pues en el conformismo hallan la subordinación requerida ante el descalabro.

De ahí la importancia del conformismo. Mas, cuando persigue que muchos logren identificarse con la causa política cuestionada. Por eso, su manejo lleva a proyectar una imagen de una realidad con ínfulas seductoras. Aunque dicha imagen, percibida desde un horizonte cándido, pasará por admisible propiciando opiniones benignas e incapaces de asomar alguna sospecha de los problemas asfixiantes que oculta.

Razón tuvo Santa Catalina de Siena para manifestar ante quienes, por mostrar una actitud conformista, debían arrastrarse pues así llegaban más lejos que los otros. Santa Catalina profería: “¡basta de silencios! ¡Gritad con todo gañote! Porque por haber callado, es que el mundo está podrido”.

En otro orden de ideas, para hablar de humillación en esta segunda lección política podrá comenzarse diciendo que es un modo bastante usual (sobre todo en política) de pisotear la moralidad del adversario.

Pero con el estruendo de la procacidad, sumada al maltrato que incita el despotismo cínico. No obstante, la humillación puede desafiarse o afrontarse sujetándose a la dignidad. Igualmente, aferrándose a la honra de sentirse actuando apegado a la ética. Más, cuando esta unión permite contagiarse de la humildad vista como que en ella encarna la verdadera grandeza.

El problema que padece quien humilla es no comprender que tan vulgar actitud no lo hace más poderoso. Ser portador de un poder político sólido, no lo excusa de verse descubierto del carácter miserable que personifica.

A modo de conclusión

Esta segunda lección política busca poner a prueba de los lectores-asistentes a la lección la capacidad de conducirse entre los avatares de la política. Especialmente, entre las diferencias políticas incitadas por el poder dominante, indistintamente de la postura asumida al momento de reivindicar la ideología cursante.

Trató también las circunstancias en que se desenvuelven ciertas conductas políticas marcadas por el conformismo y la humillación. Como recursos narrativos, hay quienes buscan toda oportunidad que permita favorecer opiniones que avalen posturas del poder dominante. Es un poco el ejercicio político del desprecio aplaudido sin razón alguna. Para ello, se apoyan en el rudimentario principio medieval que reza así: “Quien no piense como quien así lo presume mediante la ofensa dirigida, corre el riesgo de verse apaleado”. Hasta acá, esta segunda lección política realizada a manera de reflexión. Por eso se intitula lección política (conformismo y humillación).

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