Samuel Cabrera/EPA vía Shutterstock
Estas catástrofes en realidad son dos caras de la misma moneda. El creciente autoritarismo en Venezuela causó el deterioro de la gestión petrolera, que a su vez ha producido un deterioro ambiental. Encima, la mala gestión petrolera ha acentuado el carácter autócrata del régimen, lo que a su vez está causando el deterioro de la oposición.
Los expertos por lo regular debaten si la buena fortuna del sector petrolero contribuye al surgimiento del autoritarismo. Según esta hipótesis, las grandes cantidades de dinero que atrae el petróleo le permiten al gobierno brinde un auge en el consumo del público en lugar de garantizar derechos políticos y también destinar un financiamiento generoso a fuerzas represivas para mantener el orden. Sin embargo, el caso de Venezuela parece demostrar que el deterioro del sector petrolero puede ser, además, al mismo tiempo causa y efecto de un autoritarismo recalcitrante.
Venezuela solía ser uno de los productores de petróleo más competitivos del mundo. Por desgracia, la industria se fue desgastando en las dos décadas pasadas, primero bajo el mando de Hugo Chávez y ahora de su sucesor, Nicolás Maduro. En términos de reservas demostradas, es posible que Venezuela tenga más petróleo que Arabia Saudita. No obstante, en el área de producción la industria petrolera venezolana se ha ido a pique; basta señalar que la producción petrolera se encuentra al nivel más bajo en 77 años.
Chávez erosionó el sistema de controles tanto dentro como fuera de la petrolera estatal y la convirtió en su cajero personal. Se remplazaron ingenieros petroleros con miembros fieles al partido. Dejaron de aplicarse protocolos de inversión. Se ignoraron los estándares de seguridad. Lo único que importaba era que la petrolera atrajera dólares para financiar las elecciones del partido gobernante.
En consecuencia, la producción decayó entre 2003 y 2014, justo en una época de bonanza para los precios del petróleo. Ninguna nación petrolera con mercados abiertos vivió esta extraña situación. Aunque muchos opinan que se debió a las sanciones impuestas por Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump, existen abundantes pruebas de que el derrumbe se fabricó en Venezuela y antes del mandato de Trump.
El colapso petrolero de Venezuela ha tenido un enorme costo ambiental. La corrupción, la falta de inversión y los controles débiles llevaron al colapso económico de la empresa petrolera estatal. También son responsables del aumento de accidentes y derrames petroleros de la petrolera. Según un informe, el país produjo 46.820 derrames tóxicos entre 2010 y 2018, que vertieron un total de 856.000 barriles de petróleo al medioambiente. Entre julio y agosto de este año, se calcula que unos 26.000 barriles de petróleo afectaron hasta 350 kilómetros de costa. Se trata del segundo derrame de mayor importancia este año. Por si fuera poco, hace unos días se dieron a conocer reportes sobre un enorme buque cisterna anclado en aguas venezolanas, el FSO Nabarima, que está a punto de hundirse por falta de mantenimiento adecuado. Si este buque petrolero se hunde, el derrame causado podría ser cinco veces mayor que el derrame del Exxon Valdez en 1989.
El derrumbe de los precios del petróleo desde mediados de 2014 hasta principios de 2016 también agravó una crisis económica sin precedentes, que abrumó al gobierno de Maduro. Como la producción ya era notoriamente baja en 2015, la economía de Venezuela se hundió más que otros petro-Estados. La economía nacional se ha seguido contrayendo cada año desde entonces, causando una crisis humanitaria y de refugiados comparable a la experimentada en Siria, un país afligido por la guerra.
Esta crisis petrolera también ha provocado un endurecimiento del autoritarismo. En circunstancias normales, una crisis económica como la que sufre Venezuela habría dado pie a alguna de estas dos consecuencias en el ámbito político: un cambio de política públicas o un cambio de gobierno. En Venezuela, en cambio, ha producido más represión.
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Esta crisis petrolera también ha provocado un endurecimiento del autoritarismo. En circunstancias normales, una crisis económica como la que sufre Venezuela habría dado pie a alguna de estas dos consecuencias en el ámbito político: un cambio de política públicas o un cambio de gobierno. En Venezuela, en cambio, ha producido más represión.
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