Los “sucesos” vinculados a la provisión de gasolina han estado signados por un razonamiento que refleja la actitud delincuencial de los protagonistas de la dictadura que oprimen a la ciudadanía venezolana.
Toda Venezuela y el mundo sabemos que lo que estamos viviendo en materia petrolera es producto de la destrucción de la industria por parte de estos personajes que secuestran a nuestro país.
Es incomprensible que ellos –controlando la producción petrolera de la cual sacaban parte importantísima de las finanzas que se robaban– hayan llevado a esa producción a su mínima expresión para perder el dinero que se robaban. Burocratizaron, partidizaron, desmeritocratizaron, canibalizaron la industria y pretendían que la producción se mantuviera.
Teníamos toda la infraestructura y avances científicos para refinar millones de barriles de petróleo al día, para producir toda la gasolina que necesitáramos y todavía alcanzaba para la exportacion y hasta para el contrabando. Todo lo destruyeron. Y en su razonamiento no son capaces de atribuirse una sola responsabilidad. No señor. Estos delincuentes son responsables de nada. Culpan entonces a las sanciones impuestas por diversos países. Pero no reconocen que ya antes de esas sanciones la industria petrolera iba cuesta abajo. Simplemente la destruyeron.
¿Han intentado recuperarla? Para nada. Lo que han hecho –en una deplorable demostración de que no les importa para nada el país, ni su soberanía, ni nada– es entregar la recuperación de la industria y de las refinerías en manos rusas, iraníes, cubanas, etc. Todo esto a costos elevadísimos para nosotros y sin riesgo alguno para los otros.
Mientras tanto, la gasolina sigue desaparecida, a menos que el usuario tenga y esté dispuesto a pagar 2,5 dólares por litro. Entonces sí aparece, allí sí sale un funcionario de la dictadura, un miembro de la fuerza armada, un integrante de alguna policía o algún bombero. Se convierte entonces la que se consume aquí, en la gasolina más cara del mundo. Increíble pero cierto, de tener la gasolina más barata del mundo, pasamos a tener la más cara.
Y mientras siguen destruyendo la empresa, dicen buscar soluciones al problema de la escasez generada por ellos mismos. Y se muestran al ciudadano común como los grandes gestores de la solución. ¿Y cuál es la solución? ¡Traer gasolina de Irán! Pero además tratar de vender esa traída de gasolina como una gesta heroica y patriota.
Se inventan una guerra en contra de la “potencia mundial imperialista” y anuncian que enfrentarán cualquier intento de interceptar los buques de la dignidad. Si no estuviéramos tan mal como país, esto sería una razón para desternillarse de la risa. Resulta que es heroico traer gasolina de un país sancionado como Irán –¿entonces? ¿No era por las sanciones que no teníamos gasolina?– para abastecer a un mercado que se abastecía por sí mismo a precios impresionantemente bajos.
Y ¿con qué estamos pagando esa gasolina? ¿Qué proceso administrativo se llevó adelante para garantizar transparencia? Estamos pagando con el oro de sangre que ha costado tantas vidas venezolanas y que ha significado un inaceptable destrozo humano, ambiental y patrimonial para nuestro país. Y por último, ¿realmente esto resolverá el asunto? ¿Quienes serán los beneficiarios? ¿Cuánto pagarán los que puedan acceder a ella?
Pero lo más grave, ¿qué se pretende con esta alianza con Irán? La amenaza que el régimen iraní representa para el mundo entero es de gran dimensión. Que la dictadura venezolana se alíe con ese régimen antidemocrático, vinculado al terrorismo mundial, es algo que ya ha prendido las alarmas de los pueblos y los gobiernos democráticos del mundo, en especial de América y Europa.
Este régimen chavista-madurista insiste en tratar de cambiarnos como sociedad, en someternos a un cambio cultural que privilegie al eje del mal, ese que desprecia a la persona y su dignidad, a la justicia y al estado de derecho, a la democracia y al pluralismo. Los venezolanos, con nuestro esfuerzo y con el apoyo mundial debemos seguir luchando hasta salvar a Venezuela y con ello liberar al mundo de la amenaza que esta alianza terrorista representa para los pueblos libres.
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Este régimen chavista-madurista insiste en tratar de cambiarnos como sociedad, en someternos a un cambio cultural que privilegie al eje del mal, ese que desprecia a la persona y su dignidad, a la justicia y al estado de derecho, a la democracia y al pluralismo. Los venezolanos, con nuestro esfuerzo y con el apoyo mundial debemos seguir luchando hasta salvar a Venezuela y con ello liberar al mundo de la amenaza que esta alianza terrorista representa para los pueblos libres.
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