Siempre me ocurre lo mismo, una vez que como ensalada de atún antes de acostarme tengo un sueño incomodo lleno de pesadillas terribles. Justamente el jueves me prepare una pequeña ensalada de atún, con la ultima latica que tenia de 160 grs sin escurrir y 90 gramitos una vez que lo escurrí bien, le puse pepino con la cascara, media cebollita morada, lo puse sobre tres hojas de lechuga y le coloque el jugo de un limón. Creo que el culpable de mi pesadilla esa noche fue el pepino con cascara, no le veo otra explicación.
El caso es que me duermo y no bien puse la cabeza en la almohada y me veo en una larga cola de gente conocida, allí estaba el Rector Palencia, vestido de una guayabera roja, creo que fue la misma con la que recibió a Arias Cárdenas en un acto que no recuerdo bien cuál fue el motivo, pero ocurrió después que Arias lo comparo con los pranes del Marite, la vice académica, Judith Aular, estaba elegantemente vestida con un vestido sastre de color mamón y creo que hasta la vice administrativo estaba, pero en el sueño no la vi bien. También estaban los Chirinos de la Facultad de Economía, el pequeño conversaba sobre las bondades del régimen chavista que más que ningún gobierno pensaba en los profesores de la universidad y el segundo más alto hablaba de las próximas elecciones y quienes iban en las listas de candidatos para autoridad; las elecciones no tenían fecha en el calendario, pero había que estar preparados por si acaso.
Estaban todos. Recuerdo, bien, la presencia de un profesor de economía, que gritaba a la cola como si fuera un mitin: ¡Compañeros, Camaradas, no se preocupen, dentro de cuatro meses la política del compañero presidente, Maduro les va a resolver todos, óigase bien todos los problemas”, este discurso era ferozmente aplaudido por el más pequeño de los Chirinos, pero había otros que soltaron una carcajada y le pusieron el sobre nombre de “cuatrimesino”
La cola caminaba lentamente y los que salían iban alborozados con la caja CLAP. Yo estaba sudando copiosamente, pues la cola la estábamos haciendo en el estacionamiento del IPOSTEL de Sta. Rita (vainas que solo ocurren en las pesadillas) y llegaba hasta la clínica Falcón con una temperatura de 38 grados.
En el sueño yo sentía que me desmayaba y me apresure a colocarme debajo de un NIN y vi a dos profesoras amigas, CV y MB, que ya iban con sus respectivas cajas y les dije que me enseñaran el contenido para ver lo que costaba 300 mil bs. Al abrirla me encontré con: 1 frasco de mayonesa “La Marca” de 500 grs, 2 paquetes de pasta de tornillitos de fabricación mexicana marca “Delicias de Guanajuato”, dos paquetes de harina de maíz para hacer tortillas “la Tortilla Crujiente”, una cajita de salsa de tomate marca “Catsup”, dos potes de atún molido marca el “Atún Dorado”, proveniente de México, un litro de aceite de Palma cuya etiqueta dice “rico en omega 3”, un kilo de azúcar y tres paquetes, una de caraotas roja, otro de quinchoncho y otro de lentejas o arvejas, había también 2 kilos de arroz.
Yo por supuesto me indigne, me irrité, en otras palabras menos académicas, cogí una soberana arrechera. Pero en el sueño (vainas también de las pesadillas, porque yo no tengo esa mala costumbre) en un descuido de las profesoras le cogí una de las bolsa de granos (la de lentejas), me la metí debajo del pantalón, por cierto, se me veía un bulto rarísimo y todos me miraban unos con admiración y otros con envidia y me fui hacer la cola.
Al fin llegó mi turno, yo tenía el numero 2.789 después de cinco horas bajo el sol inclemente el encargado de repartir las cajas me dijo de manera poco amigable “profesor Ud. no puede recibir la caja porque por andar con las pendejdas opositoras no se censó”.
Me alebreste, emule el discurso del “Cuatrimesino” y me lance un discurso sobre las perversidades clientelares y populistas del régimen y su objetivo de control social mediante la dadiva de una caja de mala comida y dije que el sector pensante de la sociedad no podía asumir supinamente ser manipulado por el régimen.
En eso, cuando mire febrilmente la avenida Sta. Rita gesticulando como en los mejores mítines de la cuarta republica, creí ver la niña y el niño que todos los días tocan el timbre de mi casa pidiendo algo de comida y me gritaron: “Cénsate pendejo y coge la bolsa y nos las das a nosotros que tenemos hambre”. Allí desperté y me dije, cuando pueda voy y me censo y le doy la caja a los carajitos de los medio días…. Bueno no toda, me quedo con las lentejas
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