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domingo, 17 de enero de 2016

Otro viernes negro derrumba al petróleo y a todas las Bolsas - Por: Francisco de Zárate

El crudo se despeñó por debajo de los 30 dólares. El impacto volteó las plazas bursátiles de todo el mundo. Desconcierto.

La hipótesis de una segunda crisis global cuando el mundo aún no se ha recuperado del todo del desastre de 2008 gana terreno por momentos. Este principio de año ha sido el peor en varias décadas para las Bolsas del mundo. Con el 2,4% que perdió ayer, Wall Street suma un retroceso de más de 8% en lo que va de año. En la Bolsa de Shanghai, la pérdida en dos semanas fue mucho mayor, de 18%, y en el mercado de hidrocarburos, el petróleo ha retrocedido un 20% sólo en enero. A los 29,42 dólares que cerró ayer, el barril de Texas está un 52% más barato que en su máximo de 2015.

Las Bolsas bajaron también en América latina. En Buenos Aires, cayó un 6%. San Pablo perdió un 2,36% y México un 1,22%. En Europa, el panorama fue similar: París bajó un 2,38%, Frankfurt, un 2,54% y Londres, un 1,93%.

Los mercados ven en el petróleo barato una señal de alarma. Antes que alegrarse por el ahorro que un combustible a menor precio significa para fábricas, transportistas y consumidores, a los inversores les preocupa el motivo de ese abaratamiento. La debilidad de la demanda mundial de hidrocarburos, y en especial de la demanda china, es uno de los factores que bajan el precio del crudo. Y no hay nada que asuste más a los mercados que el enfriamiento de China, la única gran economía que había seguido creciendo a buen ritmo tras la debacle de 2008.

Pero no se puede crecer siempre a toda velocidad, y menos cuando el resto del mundo no termina de despegar. En cualquier otro país, el crecimiento interanual de 6,9% que registró China en el tercer trimestre de 2015 habría sido una noticia estupenda. Las autoridades en Beijing la recibieron como una confirmación de que, pese a las deudas que no dejaron de tomar estos años para seguir invirtiendo, se acabaron los tiempos en que el PBI mejoraba hasta 10,6% (2010).

La salida que muchos esperan de China para reactivar la economía suena familiar en Argentina: una devaluación. En el caso chino no es sólo para mejorar las exportaciones, sino para frenar la pérdida de reservas: sólo en diciembre cayeron en más de 100 mil millones de dólares.

La decisión de la Reserva Federal de EE.UU. de subir la tasa de referencia en diciembre y el empeoramiento de las perspectivas económicas en China han provocado que muchos capitales en yuanes estén siendo convertidos a dólares en busca de mejores rendimientos fuera del país. Hasta ahora, para evitar la depreciación del yuan, el Banco Central de China mantuvo constante la oferta de divisas, pero dejará de hacerlo si pone en riesgo la credibilidad de sus reservas.

El problema de devaluar es el efecto recesivo sobre el mercado interno. Con una devaluación, los sueldos chinos volverían a perder el poder adquisitivo que ganaron en los últimos años y se debilitaría la demanda interna, el gran pilar del crecimiento que China aún no ha conseguido activar.

La debilidad de la demanda mundial del petróleo no es el único indicador de que las cosas van mal. El resto de commodities también cotizan en baja y las ganancias de las empresas estadounidenses empiezan a tambalearse.

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