Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 23 de mayo de 2013

Las tres ilegitimidades / Simon Garcia

L as mentiras son tan frescas, que una se sobrepone a otra en un palimpsesto que graba una ristra de bajezas y manipulaciones. La principal eficiencia que busca el gobierno es engañar. No es casual.

Todos los regímenes socialistas de corte totalitario se han edificado sobre un entramado de mentiras que sustituye la realidad. La transformación social, que fue móvil original del proceso, ha desaparecido. Los herederos del mando experimentan una degradación sin precedentes. El Estado, amalgamado con el partido y reacio a cumplir las funciones constitucionales, está perdiendo consistencia democrática.

La conservación de los privilegios es el principal eslabón que engarza a dos facciones oficialistas que pugnan por acapararlos. La legitimidad de origen está fuertemente cuestionada por una elección que el órgano electoral subordinado al Ejecutivo se niega a esclarecer. La ilegitimidad de desempeño se desnudó en la inutilidad gubernamental para evitar el aumento de la inflación, la destrucción de capacidades productivas, la escasez, la inseguridad, los apagones, las dos devaluaciones o el deterioro general de los servicios. A estas se añade una ilegitimidad menos tangible que las anteriores, la ética. La grabación que el país ha conocido condensa, en una sola soplada, esta crisis de legitimidad del régimen.

Expresa una asociación impropia con un gobierno extranjero, al cual se le trata como instancia que puede inmiscuirse en la vida del país. Relata crímenes y delitos cometidos bajo el amparo del gobierno. Ratifica la institucionalización de la corrupción y delata la existencia de estructuras mafiosas pugnando por el control del gobierno y del Estado.

Pero legitimidad no es sólo conformidad con las leyes.

También significa que algo es justo y verdadero, en el sentido de genuino. Dos notas que no encajan en el modelo, cuyo agotamiento nos conduce a todos a un fracaso.

Especialmente si los sectores democráticos que subsisten en el partido oficial y en el gobierno no logran convertir las aperturas tácticas hacia el sector empresarial en una rectificación de fondo. Un viraje que no puede consistir en encerrar la democracia y darse mayor permisividad económica.

Aplicando la dialéctica del gato, la minicúpula roja pretende echarle tierra al vergonzoso episodio. Voceros de los dos grupos han declarado que se trata de opiniones del subpersonaje, sin perder tiempo en negar su veracidad. El propio informante corroboró la autenticidad de su pecado, al aceptar el sacrificio que le impuso la negociación entre los bandos contrapuestos. Adiós a su programa y maletas doradas para bañarse en Varadero. Pero la mayoría de los venezolanos está pendiente de la conducta que asumirá un gobierno que está bajo las dudas de la mayoría, incluida una estimable porción de sus propios partidarios que hacen antesala para decidir si le quitan o le mantienen el apoyo. Si se profundiza la impunidad de los enchufaos, la persecución a los empleados públicos, el golpe de Estado al Parlamento, los atentados a la libertad de expresión, el puño de hierro contra los trabajadores y las universidades entonces va a incrementarse la inconformidad social y la inestabilidad institucional. Un llegadero que nadie puede querer. Lo delicado es que no se trata de una reyerta entre pandillas, sino un conflicto de poder que involucra a las dos posiciones públicas más relevantes.

Un asunto que nos exige elevar el juicio crítico sobre el régimen, darle prioridad a las demandas sociales y comenzar a movilizar la mayoría plural que se está conformando como país alternativo.

@garciasim

Tal Cuál digital

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