Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 6 de mayo de 2013

La ruta de la impugnación / Por Douglas Zabala



Desde los inicios de la república hasta el angustiante amanecer de hoy,  jamás ningún venezolano antes de cumplir los primeros cien día de gobierno, había sido  sometido a tanta incertidumbre,  en torno al reconocimiento en sana paz de su futuro mandato, como el que en estos momentos padece el virulento y acorralado  hijo putativo,  del que reposa en el cuartel de la montaña.  Aquí  desde Páez  hasta el mismisimo Hugo Chávez, unos  a través de montoneras, otros por golpes aciagos y los últimos de la era democrática  como el propio Caldera, quien por primera vez ganó por 34.000 votos;   todos iniciaron su mandato  en medio de una gran certidumbre interna,  y sin que  país alguno, pusiese entredicho la legitimidad y hasta la misma legalidad de quien en  adelante asumiera la jefatura de estado, ante el concierto de naciones en el mundo.

De forma desesperada el atenazado y atormentado conductor, para asombro de sus propios seguidores;  de experto  autobusero,  ha pasado a ser el propio carrito chocón.   "Usted se equivocó canciller del Perú; se equivocó, ha cometido el error de su vida, Roncagliolo",   le espetó de una sola bocanada, a quien tan sólo le estaba recordando el compromiso asumido antes UNASUR, de realizar la auditoria en el CNE, en los términos que había sido solicitada por su ex contendor.   Asi mismo, pretendiendo engatusar con sus griticos antiimperialistas  a sus colectivos radicales, embistió a toda velocidad y sin frenos contra  su primera fuente de divisas  y jefe del imperio;   sólo porque este le recordó,  que  todo el hemisferio estaba observando los choques y arrollamientos, del que habían sido objeto los diputados de la banda democrática.

Como quien conduce por la orilla de un barranco y en medio de un horizonte turbulento, este  disparatado chofer, no atina a discernir cuales señales pudieran orientarle  en el camino hacia un programa económico, el cual saque definitivamente  al país del borde del precipicio, en que lo dejó su querido padre político.   Le podrá el viejo Giordani, su mecánico predilecto,  hacerle entender lo grave de pretender querer ser de verdad anti yankee, con un déficit de divisas por encima del 20 %,   y que hoy  andan  corto de dólares, a pesar de haber  gozado por más de una década, de altos precios del petróleo y de una enorme capacidad de endeudamiento, gracias a los contratos leoninos, en detrimento de la república, que él mismo abaló en su condición de Canciller con sus camaradas Chinos.

Podrá ver en su rauda carrera hacia  la nada, la señal de peligro indicándole el  abismo que se ha venido creando desde el 2003, cuando el nivel de importación  alcanzó  para aquel entonces, los alarmantes niveles de 13.000 millones de dólares y que hoy estamos llegando al fondo del mismo, con las exorbitantes cifras de más de 50.000 millones.  Será que Tibisay Lucena o  Jorge Rodríguez, le reparará  también el puente  que poco a poco comienza a desbaratársele  con Paraguay, Chile,  Colombia, Perú, México  y el resto de los países de la región, una vez que se atrevió a burlar los acuerdos en materia de legitimidad e impugnación electoral.

Manejar un autobús o ser el mandadero de quien fuera presidente legítimo y Canciller de hecho, no le da créditos para gobernar, capitanear y  dirigir  esta nave, que a pesar de los avatares vividos en estos último catorce años,  para bien de sus generaciones futuras, aspira tener al volante un venezolano que la lleve con todos su pasajeros al destino deseado;  y no  al camino pedregoso,  de quien nos amenaza todos los días con  descarrilar este país hacia una confrontación sin retorno,  si seguimos insistiendo en tomar la ruta señalada  de  la  impugnación,  que bajará del autobús al único responsable de tantos accidentes y atropellos constitucionales.

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