Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 19 de agosto de 2025

Pedagogía del poder


El ministro de Educación, Héctor Rodríguez, adelantó el inicio del año escolar 2025-26 con la realización la semana pasada de un Congreso Pedagógico en el Teatro Teresa Carreño que reunió a los maestros y a las maestras bolivarianos y bolivarianas. Los más trabajadores, los más comprometidos y los más bolivarianos (as), por supuesto. En un país con un sistema educativo que sobrevive en terapia intensiva, en el que la deserción, inasistencia y baja calidad son características vergonzantes, el ministro, que cumplirá en unos días un año en el cargo, celebra el apego de los docentes a la “ideología oficial”. 

Nicolás Maduro, presente en el acto, con una pancarta a sus espaldas con la imagen del maestro Aristóbulo Istúriz, y con el recuerdo vivo del “gran pedagogo”

Fidel Castro Ruz, en el 99 aniversario de su nacimiento (y también casi 9 de su muerte), elevó el esfuerzo político y organizativo comandado por Rodríguez al rango de “congreso constituyente” para que surja un “poderoso” movimiento de trabajadores y trabajadoras  que dejen atrás el sindicalismo “envejecido y agotado”. Esa es la pedagogía del poder: la educación, bien gracias.

Ya en el año 2000, hace 25 años, Hugo Chávez promovió un referéndum para renovar la dirigencia sindical y suspender por un año sus tareas al frente de las centrales sindicales. Lo ganó aunque con una abstención de más de 75% del electorado y, al año siguiente, postuló a, precisamente, Aristóbulo Istúriz para la elección de la presidencia de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV). El “maestro” perdió por paliza, con lo cual el sindicalismo chavista fue dando origen a sus propias organizaciones sin ese lío de tener que convocar elecciones abiertas. Cuando Maduro habla de sindicalismo “envejecido y agotado”, ¿a cuál se estará refiriendo? 

En los regímenes de los cuales se dicen herederos los “bolivarianos” en el poder, el sindicalismo es un apéndice del Estado, un instrumento de la élite gobernante para controlar a los trabajadores y disuadirlos de luchar por sus reivindicaciones sociales y económicas. El sindicalismo para ser tal debe ser independiente del Estado, de los patronos y de los partidos. Los exponentes de esta vieja y noble doctrina son perseguidos por el régimen, detenidos, desaparecidos y encarcelados.

La emergencia de la educación venezolana debe convocar a todos para su salvación: a las familias, a las instituciones educativas públicas y privadas, al empresariado, a la academia. No se trata de más o menos bolivarianismo, sino de asuntos absolutamente prácticos: cómo hacer para que las escuelas funcionen los cinco días a la semana en el horario establecido, cómo garantizar la presencia de personal docente cualificado y justamente remunerado, cómo resolver la deserción e inasistencia escolar, cómo mejorar la infraestructura de los planteles públicos y garantizar sus servicios de agua y luz y el programa de alimentación escolar. 

Sí hay clases con regularidad, habrá esperanza de que la educación sea un vehículo de ciudadanía, conocimientos y progreso social. Que los niños  y los maestros vuelvan a las aulas es la tarea. Un cuarto de siglo de torpezas y disparates ha puesto en severo riesgo el futuro de la nación. 

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