Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 9 de enero de 2019

La Cumbre de los Bolsonaro La extrema derecha en Foz de Iguazú, Por Ayelén Oliva

Michel Temer tomó la banda presidencial y la cruzó sobre el pecho de Jair Bolsonaro como si la falta de expectativas políticas se hubiera encargado de coronar el nacimiento de una nueva extrema derecha en Brasil.

Ya como presidente, Bolsonaro reafirmó sin sorpresa los lineamientos políticos que había sostenido durante la campaña. No faltaron las referencias al fundamentalismo religioso que, en nombre de Dios, intentará recuperar un sistema de valores conservadores que parecían superados. Sus palabras hicieron sentir el estruendo de un choque de principios. Por un lado, una extrema desregulación estatal en las relaciones económicas y, por el otro, un ultranacionalismo de otra época. En su primer discurso, el presidente mencionó, aunque de manera elíptica, el camino que tomará la política exterior brasileña: «Terminaremos con el sesgo ideológico en las relaciones internacionales».

Su declaración no sonaba extraña. Solo un mes antes, Eduardo Bolsonaro, su hijo de 34 años –hasta ahora el diputado más votado de la historia de Brasil- inauguraba en la frontera con Argentina y Paraguay, la primera Cumbre Conservadora de las Américas. La cita fue el 8 de diciembre en Foz de Iguazu y congregó a representantes de la extrema derecha regional.

La cumbre organizada por la Fundación Indigo de Políticas Públicas, el think tank del ahora oficialista Partido Social Liberal, nació como reacción al Foro de San Pablo. La urgencia de la campaña, la puñalada a Bolsonaro y su crecimiento en las encuestas, llevaron a postergar la fecha que había sido pensada para fines de julio pasado, unos meses antes de las últimas elecciones presidenciales. Sin embargo, la posibilidad de un triunfo del ex militar forzó a cambiar la estrategia sobre la marcha. Pasaría de ser un encuentro menor de una ultraderecha marginal a una confluencia de actores, aún hoy marginales, pero que ahora cuentan con el respaldo del presidente del país más grande de Sudamérica. La Cumbre Conservadora de las Américas quiso mostrar su fortaleza. Pero no todo fue como lo esperaban.

La falta de experiencia en este tipo encuentros se notó en la torpeza de la organización: oradores que no sabían en qué lugar sentarse, telecomunicaciones que fallaban, un par de señas desesperadas, charlas al oído encima de los expositores y hasta contó con la propuesta de casamiento, en plena cumbre, que Eduardo Bolsonaro le hizo desde el atril a su novia que, más que mostrar la falta protocolo, pareció ser prueba de la extrema familiaridad en el que se movía el hijo del presidente.

Por fuera de la impronta folclórica, este encuentro dejó en evidencia la falta de agudeza intelectual de los altos cuadros políticos de este sector, que no hicieron más que exponer el trazo grueso del pensamiento neoconservador que se impone en la región, incapaz de presentarse como algo superador de un anticomunismo reciclado, donde se antepusieron categorías de otra época y una mirada anclada en el pasado que, para pensar el presente, resulta poco eficaz.

Presumidos en su convicciones, el encuentro estuvo vertebrado por la proyección un video documental que cumplía con todos los cánones de un típico material de formación militar que repasaban la influencia del marxismo en el continente desde la revolución rusa hasta nuestros días.

La cumbre contiene desde su mismo nombre una definición ideológica. Pero, además, lo lleva en los símbolos. Su logo es una imagen del mundo con el mapa de toda América. Y lleva los colores de la bandera de Brasil. Una flecha indica en el logo el camino que pretenden marcar: el de la derechización. Todo, según ellos, debe correrse a la derecha. Pero, además, los colores muestran el imaginario de este movimiento. El de un Brasil con un rol activo en la construcción de un frente regional conservador que, a su vez, funcione como terreno fértil para el crecimiento de los pequeños reductos de extrema derecha y que sea capaz de ampliar la capacidad de influencia de estos exponentes al interior de los gobiernos liberales clásicos como puede ser el Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia, Mario Abdo Benítez en Paraguay y hasta en el propio gobierno de Mauricio Macri en Argentina.

Este primer encuentro, que contó entre sus exponentes con la presencia del candidato a la presidencia de Chile, el pinochetista José Antonio Kast, hasta el ex general colombiano Jorge Jerez Cuellar y el destituido presidente del Tribunal Supremo de Venezuela, Miguel Ángel Martín, dio señas de que el Brasil de Bolsonaro estará dispuesto capitanear un nueva vuelta de tuerca en el giro conservador y ocupar el vacío que no lograron llenar otras figuras más moderadas luego del derrumbe de los gobiernos progresistas y de izquierda en la región.

Pero Bolsonaro no fue la única figura destacada en el encuentro. También estuvo presente el ya célebre derechista Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia. «Pedimos a Dios que [Bolsonaro] tenga todo el éxito. Lo necesita Brasil pero más lo necesita esta América Latina para tener la referencia de un gran gobierno. Hacemos nuestros votos, en esta hora de esperanza, para que ese gobierno le de un gran ejemplo a nuestra América latina y caribeña», haciendo de la figura de Bolsonaro una referencia regional.

Leer mas: http://nuso.org/articulo/cumbre-conservadora-bolsonaro-derecha-america/

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