Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 18 de enero de 2018

El asalto a PDVSA visto por un jesuita

-¿Cómo ve un jesuita este año que pasó y qué perspectivas le ve al 2018, desde la órbita de su actividad?

-Bueno, en el año 2017, cuando comenzó, hicimos un pronunciamiento público donde dijimos que Venezuela atravesaba una situación trágica y que este año era un año trágico. Y lo decíamos no para desesperanzarnos, sino para tomar conciencia de la realidad en la que nos estábamos situando como Iglesia, como país, ante una situación de incertidumbre. Pero nosotros somos hombres de esperanza y la esperanza no está en contradicción con lo que pasa en la realidad, sino todo lo contrario: ante situaciones trágicas como la que estamos viviendo, de emergencia humanitaria, ser signo de esperanza es apostar por lo que creemos y nosotros creemos que en Venezuela hay muchas posibilidades para emerger esta crisis que vivimos.

-De aquel mensaje a comienzos del año 2017, el llamado a tomar conciencia, ¿ustedes sienten que han logrado parte del objetivo? ¿La gente ha tomado conciencia de la realidad de país que vivimos?

-Yo creo que en los distintos lugares donde los jesuitas estamos desarrollando y desplegando nuestra misión como hombres de Iglesia, hemos ido dando respuesta a esta emergencia humanitaria, pero no solamente una respuesta asimétrica, sino un acompañamiento importante en los lugares donde estamos, alentando y fortaleciendo a la persona en concreto. Yo, por ejemplo, vivo en la parte alta de La Vega, en la zona de Las Casitas, dirijo la Revista SIC, pero vivo y convivo con la gente del barrio, allá arriba en La Vega y ahí vamos haciendo un proceso de acompañamiento en medio de tantas dificultades, alentando y generando respuestas antes que emergencias. Tenemos, por ejemplo, unas respuestas ante el hambre; estamos diariamente dando de comer a 1.100 muchachos en nuestras escuelas, pero también a través de una alianza con el programa "Alimenta la Solidaridad", que coordina Caracas Mi convive. Vamos dando respuesta y no son respuestas solamente de dar el pan, sino también de ir formando a la gente, tanto interiormente como organizativamente, para fortalecer las capacidades de nuestro pueblo. Entonces, en ese sentido, creo que sí, la tragedia se ha profundizado. Pero también en medio de esta tragedia vamos siendo signos y vamos viendo respuestas concretas a esa tragedia.

-¿Cuál es la expresión de esa tragedia? ¿La gente realmente está preparada, ha tomado la conciencia necesaria?

-Mira, la respuesta a esta tragedia, como decíamos, viene fundamentalmente de esa presencia que la Iglesia tiene en las zonas más populares. Esa escucha a las necesidades de la gente y la confianza que la gente deposita en la Iglesia, entonces, por ejemplo, el programa de comedores que nosotros hemos desarrollado y que estamos desarrollando, es un programa que nace fundamentalmente porque un niño, los niños de las escuelas comienzan a desmayarse y ante la pregunta, el niño te responde que lleva dos días sin comer. Entonces, ante eso no nos podemos paralizar, sino todo lo contrario. Tenemos que activarnos para garantizar que los niños coman, porque si no hay comida, no pueden estudiar. Y esta respuesta genera solidaridad de mucha gente, y genera solidaridad de mucha gente porque la gente sabe que lo que aporta a la Iglesia, eso va a los lugares donde tiene que ir. Entonces, yo creo que en este momento en Venezuela, en los que se han quebrado los canales de confianza tan necesarios para que haya convivencia, para que haya sociedad, yo creo que la Iglesia está restableciendo la confianza.

-En ese barrio donde usted vive, ¿cómo es la convivencia de cada día? ¿Es cierto que en los barrios hay delincuencia? ¿Es cierto que en los barrios hay bandas organizadas? ¿Cómo es la convivencia, o es parte de una campaña? ¿Usted qué analiza?

-Mira, yo creo que sobre los barrios hay muchos mitos, especialmente cuando no conocemos el barrio, se tejen muchos miedos. Pero el barrio es un lugar muy diverso, es un lugar donde se convive, es un lugar donde hay encuentros, donde hay vecindad. Por supuesto que existe la delincuencia, por supuesto que hay robos en los autobuses, pero la violencia en el barrio la ejerce una minoría. La mayoría de la gente que vive en el barrio es gente de bien, gente que sueña, gente que se anima a construir y a eso le apostamos.

-¿Cómo ve usted, padre Infante, la cruzada anticorrupción que pone en mira los cargos de PDVSA?

-Mira, el tema de la corrupción es muy doloroso. Y es muy doloroso porque gran parte de esta emergencia humanitaria en la que estamos viviendo, tiene que ver con el asalto por parte de sectores a la cosa pública. Y la cosa pública tiene que estar orientada al bien común. Sin duda alguna, hay que establecer una relación entre el niño que se desmaya en una escuela, el niño que se desmaya en el barrio, la madre que no tiene trabajo; hay que hacer una relación vinculante con ese asalto a la cosa pública. Entonces, justamente cuando se proclama que PDVSA es de todos, resulta que se llega a un momento en el que PDVSA termina siendo asaltada como nunca en la historia del país, generando, por supuesto, estas consecuencias tan lamentables y dolorosas en la salud pública, en la alimentación, en las vialidades, en todo. Entonces, sin duda alguna, ¿cómo lo veo? Con indignación, con dolor, no con resignación. Pero creo que todos, si hay un propósito compartido en el país, podemos emerger de esta crisis.

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