La buena noticia con Venezuela es que no hay ya eufemismos. El régimen escala sin pudores su autoritarismo para asegurar su perpetuación. La intención ya no es postergar sine die el revocatorio del mandato de Nicolás Maduro. El objetivo apunta a secuestrar el poder más allá de las elecciones de 2018.
El espejo en el cual se refleja Venezuela son las tiranías árabes que rigieron décadas amparadas por la indiferencia mundial. No debe olvidarse que Hugo Chávez le obsequió la espada de Simón Bolívar a Muammar Khadafi, que gobernó Libia durante 42 terribles años, posiblemente en honor a ese persistencia. El otro modelo que enamoraba al líder bolivariano era el del bielorruso Alexandr Lukashenko, abulonado al poder del país asiático desde hace un cuarto de siglo.
Esa necesidad de perpetuación y despotismo creciente se apoya en un puñado de razones objetivas. El régimen que comanda Maduro es una minoría que ha perdido el apoyo mayoritario de las épocas de auge populista y debe mantener a raya a una mayoría cada vez más enconada e imprevisible.
En las estructuras autoritarias el Estado abandona sus obligaciones y la noción de poder parte y se cierra en los sectores beneficiados. Venezuela está acorralada por una crisis económica que habilitó a una camarilla dispuesta a todo tipo de negocios opacos.
El actual ministro del Interior, Nelson Reverol, figura en una lista de la DEA por narcotráfico. Y ya hay dos sobrinos de Maduro procesados en EE.UU. por ese mismo delito. La carencia alucinante de productos básicos promovió un mercado negro que en su cima más provechosa lo regulan figuras claves del gobierno. También es conocida la renta que deja el contrabando del combustible subsidiado que se trasiega a Brasil y Colombia. Inevitable, el armado convive con brotes de anarquía.
Ese desvío explicaría la insensata y riesgosa acción militar contra el avión de Avianca. También el colapso de la única ubre del país, la petrolera Pdvsa que merodea la quiebra sin poder aun canjear al menos 50% de sus bonos que vencen en 2017.
Para evitar perder control en un corral cada vez más estrecho, Maduro y su corte se ven obligados a avanzar sobre la disidencia, acorralando al Congreso opositor, como Chávez avanzó sobre la crítica y la prensa insumisa. Por eso ahora se prohíbe a líderes influyentes como Henrique Capriles abandonar el país; se extorsiona a los presos políticos y se busca privar de protección legal a los legisladores no oficialistas.
Leer más: http://www.clarin.com/mundo/revocatorio-legalidad-batalla-regimen-perpetuacion_0_1673232786.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario