Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 30 de mayo de 2016

El tercero y el primero - AMÉRICO MARTÍN


Profetizar con matemática exactitud el resultado de las confrontaciones políticas es lo que llamaría un “vicio analítico” bastante común. Se basa en el cómodo procedimiento de sumar las fortalezas y debilidades cuantificadas de las partes enfrentadas. Se conoce la fábula brasileña de los cañones: en lugar de dispararlos, los ejércitos en guerra los contaban. El ganador sería el que tuviera más. Nada de cartuchos consumidos. Nada de sangre, sudor y lágrimas. ¡Suprema y humana sabiduría si no perteneciera al archivo fabulario!

Los conflictos sociales se multiplican bajo el primario signo del hambre. La relación de saqueos de comercios es escalofriante. Pronto no habrá fuerza capaz de contenerlos. De hecho, ya no la hay. El cambio democrático está en el aire y la activa solidaridad mundial que lo favorece crece todos los días.

El gobierno ha perdido respeto y respaldo en Venezuela y en el mundo, en tanto que la alternativa democrática recibe manifestaciones de solidaridad de todas las procedencias concebibles, como nunca en la historia de este país. En las tres Américas, en Europa y probablemente en todos los continentes, el nombre de Venezuela suena tanto como el de las regiones más trágicas del planeta.

El Papa Francisco y los secretarios generales de la ONU y la OEA son quizá las más altas referencias del enorme apoyo que está fluyendo hacia el cambio democrático en Venezuela. No obstante si se tratara exclusivamente de contar cañones y solo cañones el señor Maduro sería el más fuerte. Sin ir más allá de la superficie se jacta de tener de su lado todos los poderes menos uno.

Es el punto de vista de quienes despreciaron –incluso de buena fe- la adhesión proclamada una y otra vez  tanto a la vía pacífica, electoral, democrática y constitucional, como al diálogo con facilitación internacional. El asunto entonces estaría resuelto. El gobierno no dialogará jamás ni saldrá del poder en forma pacífica y en consecuencia habrá que buscar medios “menos cándidos”

En las confrontaciones políticas (y por supuesto, en las militares) no solo participan los implicados directos. Oposición o MUD, gobierno o Maduro, sino también un tercero cuya capacidad puede ser decisiva. Ese tercero es la opinión pública, la opinión interna y ahora visiblemente la internacional. La solidaridad con Venezuela proviene de la cicatriz totalitaria y violatoria de DDHH que ostenta el régimen, e igualmente de la convicción de que la alternativa democrática es ratificadamente pacífico-democrática y no un simple “madurismo al revés”.

Si se apartara de ese esquema perdería lo mucho que ha ganado. Su fuerza reside en su capacidad acrecentada de mantener con calma y firmeza sus postulados; en ganar amigos incluso en el propio campo adversario y en lograr la comprensión del mundo que abomina de la venganza como falsa forma de justicia y jamás confiaría en irresponsables, “locos caprinos”, para decirlo con don Pepe Mujica.

Es una fuerza ajena al elemental escrutinio del cura y el barbero y a la fábula del conteo de cañones. En política hay que saber sumar, claro, pero más importante es calibrar el valor de lo inmensurable, lo intangible.

Almagro resalta  que el RR pone la decisión en manos del pueblo, el soberano, el dueño del voto. Fórmula válida para todos. Tirios, troyanos y terceros.

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