Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

domingo, 14 de febrero de 2016

La agonía de un régimen,Simón García

Simón García
En su versión más antigua la palabra agonía implicaba lucha. En su raíz resonaba la acción de dirigir. Pero, entre las muchas vueltas que una palabra da en boca de multitudes, agonía pasó a referir la angustia que precede a la muerte: el abandono de la competencia vital, la pérdida de toda esperanza de seguir existiendo.

El estado de ánimo de la población, el agravamiento de las condiciones de vida de todos, la persistencia de un catastrófico desempeño gubernamental y los males de los que el país no logra salir son señales propias de un fin de régimen. Entre estos signos también cuentan su incapacidad para decidir. La persistencia de una mortal indiferencia hacia la repetición de los mismos errores. La gerencia anómica de actividades públicas. El enriquecimiento súbito de personeros oficialistas y la preparación de aterrizajes, con moneda y bienes, en el exterior.  

Puede aún pensarse que el gobierno podría recuperarse de su agonía si abandona el modelo y emprende los cambios que su proyecto requiere para sobrevivir a su anacronismo y a la crisis general que ha desencadenado. Explorar este terreno pantanoso sería, según algunos analistas, la tarea del Vicepresidente Istúriz. Pero,  aún nadie sabe qué es lo que quiere Aristóbulo.

El tiempo descubre el dilema ético: no es admisible permitir la destrucción del país. El comportamiento de la cúpula dirigente dibuja el límite político: no es admisible permitir el uso continuado de la Constitución como un instrumento para adulterar el contenido y la certeza de sus normas. Una y otra perversión está ocurriendo y llegando a un nivel que reclama que sea el soberano quien decida sobre cual debe ser el norte del gobierno y del país.  

La inevitabilidad del cambio dispara en la cúpula oficialista el descontrolado intento de resolver la situación como sea, por buenas o por malas. Lo grita Maduro amenazando con arrastrarnos a todos en su descenso al infierno.

Afortunadamente estos arranques de desesperación provocan resistencia entre un sector del PSUV que piensa en la renuncia del presidente o en abrirle camino a un desenlace que conservando logros del proceso inicie un esquema democrático y progresista de relaciones en la sociedad, las instituciones y la economía. El famoso paso atrás.

Entre las fuerzas mayoritarias en la Asamblea Nacional se acelera el debate para consensuar la estrategia y el mecanismo más idóneo para ayudar a que el fin del régimen se produzca con los menores daños a posibles a la gente y al país. Una visión que no sacrifica la calidad y el éxito del cambio ante la presión por trancar la mano.  

Los próximos dos meses son decisivos para que el gobierno demuestre que no tiene soluciones propias para revertir la crisis y que no es capaz de aplicar las recomendaciones que le está formulando la Asamblea Nacional. Quiere hacer lo debido y lo indebido sin rendirle control a la sociedad y al poder legislativo que es la expresión más legítima de la voluntad soberana.

Si tuviera sensibilidad y compromiso social ahorraría el dinero suficiente para pagar el bono de alimentación para los jubilados y pensionados con un semestre de los dólares asignados a Maldonado o del negocio de la petrodiplomacia.

Dinero todavía queda y resultaría más reconfortante para nuestros amigos del PSUV que financiara un plan de abastecimiento de medicinas y alimentos, antes que llenar el oleoducto que desemboca en cuentas y bienes que ninguna revolución del mundo hubiera tolerado. Claro, si esto hubiera sido una revolución.   @garciasim

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