Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 1 de septiembre de 2015

“La anticipación de la derrota” por Simón García.

Para analizar la conducta del gobierno, es conveniente responder el por qué antes de  formularse el para qué. Sus respuestas son reactivas y están fundamentalmente determinadas por el temor y el descontrol que le produce percatarse de su progresivo hundimiento en las derrotas.

Sus actos están motivados por la pretensión de asegurar su permanencia infinita en el poder. Se mueve sólo para seguir siendo gobierno y se resiste a leer democráticamente la creciente pérdida de apoyo que lo debilita.

No actúa para resolver problemas sino para crearlos. Y no adopta las medidas que la crisis económica exige, por dos motivos: no quiere pagar costos de impopularidad ni abandonar el modelo de Estado y sociedad que está chocando contra el interés general de los venezolanos. La venda ideológica, los privilegios y el veneno de la corrupción ciega a su cúpula.

La causa de sus desventuras y de nuestra tragedia es que lo guía una ideología que le dicta una misión destructiva de la economía privada y de la democracia. En ese intento anacrónico no ha podido producir  ningún avance significativo en la situación social de los venezolanos o alguna mejoría en sus derechos o en sus libertades. Al contrario, sólo ha producido y producirá deterioros, pérdidas y destrucciones.

El país se ha convencido de que las respuestas gubernamentales están dirigidas a protegerse, mientras deja de ocuparse de las calamidades que sufren los ciudadanos. No se propone unir al país sino dividirlo, no desea consensos sino sumisión. Lo único que hace ante las colas y la subida de los precios es apelar a una guerra imaginaria para librarse de sus responsabilidades y achacar la culpa a otros.

Cuatro objetivos lo obsesionan: atacar a la oposición para rebanar el respaldo con el que cuenta; contener su pérdida de apoyos y cohesionar agresivamente al tercio de la población que lo sigue; crear desesperanza para alentar la abstención y fabricar la sensación de que está por llegar el fin de la escasez, la inseguridad y la inflación. Un espejismo para marear incautos mientras pasa diciembre.

En ese esquema entra la operación en la frontera. Ataca a los colombianos por el contrabando y aquí protege a la mafia que despacha las caravanas con 45.000 b/d de gasolina. Denuncia las manipulaciones financieras que devalúan el bolívar en Cúcuta, pero enriquece a unos enchufados impidiendo que sea la oferta y la demanda interna la que fije el precio del dólar. Al final, para emparejar el aislamiento y el rechazo que ocasiona su jugada, tendrá que llenar los anaqueles de productos, tumbar la inflación y proporcionar seguridad a los ciudadanos. Si no es así, nadie le va a creer el cuento.

Hay que ser optimistas sin incurrir en triunfalismos. El cambio es una demanda de la oposición, pero también de la sociedad. El inmenso ventajismo del Estado está atascado, pero la cúpula seguirá insistiendo en las provocaciones, los engaños y rodeando de conflictividad el avance hacia las parlamentarias.

La MUD está enfrentando todas estas maniobras con prisa serena, desenmascarándolas oportunamente, pero sin engancharse en ellas.  Su principal papel es darle sentido de cambio al descontento, señalar con claridad cómo transitar la ruta electoral y propiciar la unión de todos los venezolanos que quieran rehacer un país justo, próspero, pacífico, soberano y libre.

@garciasim

http://barometropolitico.com/

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