Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La ausencia de política es la política - GONZALO GONZÁLEZ

Lo que necesita el país para combatir con eficacia el creciente dominio del hampa sobre la sociedad es la adopción de una política integral en la materia que tome en cuenta todas las variables que inciden en el problema y señales claras sobre la voluntad política del régimen de asumir con seriedad el problema

“La cultura paramilitar se ha ido extendiendo por diversas partes del país”, declaró un connotado dirigente chavista a propósito de los sucesos en la Cota 905 según el diario Ultimas Noticias en su edición del miércoles 15 de julio del presente año.

Como el oficialismo ya no puede esconder el tema de la inseguridad busca desmarcarse de la responsabilidad del mismo con sucesivas cortinas de humo: el capitalismo, la pobreza, los paramilitares, la conjura del imperialismo y la oposición. A eso obedece esa singular afirmación de un experto en asuntos policiales del régimen.

Lo cierto es el fracaso estruendoso y continuado del oficialismo en la materia por diversas razones, viejas y nuevas, heredadas y de cosecha propia.

En toda esta situación hay un hecho relevante: el chavismo no ha tenido nunca una política de seguridad ciudadana. Y no la ha tenido por cuanto ha considerado beneficioso para sus intereses de control y dominación de la sociedad no tener ninguna. Los no sé cuántos planes de seguridad no han sido más que operativos pero no políticas integrales y coordinadas para vencer al hampa.

Su política es no tener política.No se trata de un juego de palabras sino de una realidad terrible y tenebrosa, producto de la decisión de convertir al hampa en parte de la base socio-política de la sedicente Revolución. Decisión tomada por el autócrata, barrunto, que antes de acceder al poder y compartida o asumida por su entorno. Demasiados hechos, evidencias y pruebas lo demuestran.

El declarante omite conscientemente que el chavismo con el argumento de defender la revolución, promovió, organizó, reconoció, legitimó y abasteció de armamento a organizaciones no estatales, en no pocos de los mismos anida la delincuencia. Estas organizaciones -conocidas como colectivos- no son otra cosa que grupos paramilitares. Cuando el vocero de marras habla de Paramilitares busca que la opinión pública piense en los tristemente célebres paramilitares colombianos. Se persigue instalar la idea de que el auge del hampa es producto de una conspiración colombiana y no de una política del oficialismo de crear unas fuerzas armadas paralelas y abandonar el sacrosanto principio del monopolio estatal de la violencia con las nefastas y costosas consecuencias de tal decisión.

El Gobierno insiste en atacar el problema con acciones coyunturales y eso es la Operación Liberación del Pueblo – que nombre tan desafortunado, no solo ratifica que lo está en marcha es un operativo y más nada e insiste en hacer de toda acción de gobierno algo grandilocuente desde el punto de vista discursivo – por supuesto que estamos de acuerdo con que se reprima al hampa pero no que sean medidas espasmódicas e insuficientes por parciales y dictadas por intereses coyunturales, en esta caso las vísperas de unas votaciones que pintan mal para el oficialismo.

Lo que necesita el país para combatir con eficacia el creciente dominio del hampa sobre la sociedad es la adopción de una política integral en la materia que tome en cuenta todas las variables que inciden en el problema y señales claras sobre la voluntad política del régimen de asumir con seriedad el problema. Cuando el gobierno lanzo el plan “Patria Segura” escribimos que la sinceridad del objetivo planteado entonces por el gobierno tenía de entrada su Prueba del Ácido y esa era, si mal no recuerdo unas medidas iniciales: abandonar el discurso violento, desbandar a los colectivos armados, eliminar las Zonas de Paz entre otras. Las mismas siguen siendo pertinentes, en esta nueva ocasión, como señales necesarias y creíbles.

Desafortunadamente, es difícil ser optimista, el régimen se niega rectificar e insiste tercamente en transitar la misma senda equivocada que está sumiendo al país en la anomía y el caos.

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