Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 31 de agosto de 2015

Dos izquierdas y la derecha - DEMETRIO BOERSNER-

No sólo desde la perspectiva venezolana –de los que sufrimos las miserias causadas por una dictadura a la vez fascista y estalinista- sino también en la percepción de observadores internacionales imparciales, parece evidente que tuvimos razón quienes venimos advirtiendo desde hace quince años –con Teodoro Petkoff como nuestro vocero más leído- que la división latinoamericana entre “dos izquierdas” es un problema grave

No sólo desde la perspectiva venezolana –de los que sufrimos las miserias causadas por una dictadura a la vez fascista y estalinista- sino también en la percepción de observadores internacionales imparciales, parece evidente que tuvimos razón quienes venimos advirtiendo desde hace quince años –con Teodoro Petkoff como nuestro vocero más leído- que la división latinoamericana entre “dos izquierdas” es un problema grave. Señalamos, y lo seguimos afirmando machaconamente, que desde el año 2000 en adelante la izquierda latinoamericana ha estado dividida en dos mitades raras veces compatibles y profundamente antagónicas en su fondo doctrinario: la vieja división irreconciliable entre estalinistas y socialistas democráticos, que ha perdurado más allá del colapso del bloque soviético en 1989.

Había que ser muy miopes –o cerrar los ojos voluntariamente- , para no ver desde las filas de la socialdemocracia internacional que desde sus comienzos han sido incompatibles, en palabra y en acción, los socialismos democráticos y decentes de los líderes y partidos de la izquierda brasileña, uruguaya, chilena, y de partes de Centroamérica, con la vocinglería demagógica y conducta antidemocrática de los seguidores y émulos de Chávez, coaligados en el movimiento llamado “bolivariano” (en flagrante irrespeto al Libertador).

Ha sido el chavismo –mezcla de 50%-50% entre fascismo militarista y estalinismo castrista- el gran corruptor de la izquierda latinoamericana del siglo XXI. Los socialistas democráticos decentes, que en los países arriba mencionados realizaron hermosos proyectos de desarrollo con equidad social y en libertad, fueron en parte contaminados por su colaboración oportunista (¡cornucopia de petrodólares!) con el vociferante autócrata venezolano y sus segundones, teleguiados desde el experimentado centro estalinista de La Habana. Si hoy en día el “trabalhismo” gobernante en Brasil sufre una tremenda ofensiva de denuncias por corrupción, ello se debe en buena medida al cinismo con el cual el ex presidente Lula, mal aconsejado por los Dirceu y los García, aduló y alentó al gritón barinés, aunque en su corazón lo despreciaba.

¡Ah, pero no olvides la ofensiva de la derecha contra la soberanía de nuestros pueblos!, grita al unísono la jauría de los “progresistas” miopes, que nos invitan a colocar el problema de la derecha en el primer plano. ¿Será para aliviar la presión mundial sobre el desfalleciente régimen de Maduro? En todo caso, nos invitan a cerrar filas de patriotismo latinoamericano ante un problema que es mediato y no inmediato. El inmediato es: unirse para ayudar a liberar al pueblo venezolano de una insoportable opresión facho-estalinista y, de este modo, liberar a la izquierda democrática decente de Latinoamérica de una inmoral carga de complicidades.

Esto no quita que de verdad existe una estrategia de la derecha mundial para retomar el control de América Latina y del mundo “periférico” en su totalidad. La misma campaña orquestada contra la corrupción en Petrobras, sin duda encubre una estrategia de las transnacionales petroleras del Norte para controlar esa magnífica empresa creada por noble ímpetu tercermundista.

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